A día de hoy ya no sirve de nada mantener el secreto de la próximo campaña en salir al mercado. Todo es público y los catálogos de productos están al alcance de todos y a la estrecha distancia de un solo clic. El espionaje industrial se ha vuelto mucho más fácil, rápido y barato.
Se tiene acceso a un amplio rango de marcas competidoras, o potencialmente competidoras, de manera global y de forma muy, pero que muy ágil. Esto hace que los desarrollos inspirados en otros productos sean muy comunes.
No hay que olvidar que copiar es mucho más rápido y rentable que crear.
Además, la red social ha provocado un vuelco completo en la manera de operar. El consumidor tiene hambre de novedades constantemente. La atmósfera de urgencia e inmediatez que vivimos provoca una constante ansiedad por descubrir lo novedoso y mostrarlo a la comunidad. Lo nuevo nos llama la atención y premiamos a quien nos lo muestra, provocando una vertiginosa carrera por ser quién descubra aquello nunca antes visto.
Este deseo irrefrenable por algo nuevo está provocando que muchos ciclos de vida de producto cambien su convencional gráfica en forma de campaña de Gauss por una con forma de aleta de tiburón, donde los tiempos son muchos más cortos. Los periodos de introducción en el mercado son altamente rápidos, pero el desinterés y declive también llega mucho antes. La digitalización y la red social consiguen un potencial éxito rápido, pero también una pérdida de interés mucho más acelerada.
En estos entornos, marcas como SHEIN ven potenciadas su ventaja competitiva y por tanto su éxito: moda ultra-rápida a precio bajo, pero eso sí, con costes extremadamente bajos también.
La copia y el plagio a bajo precio es un reclamo que funciona en el universo influencer
En estos escenarios, la balanza entre lo “funcional” y lo “emocional” juega un papel decisivo. En la red perdemos la percepción de lo que está bien o no. La ética se difumina muchas veces por culpa de esa ansiedad por obtener el protagonismo. La variable de precio es una de las más atractivas para los consumidores y de las que más llama la atención y también a la acción. Por eso, es un reclamo extraordinariamente fuerte. En una época donde hablamos de un consumidor consciente, vemos como un amplio espectro, sobre todo de público joven, se basa en estímulos que son completamente contrarios a ello.
Además, es muy interesante ver como estas copias se están realizando en marcas de un nivel medio como Zara. Tiene algo de sentido hacerlas a marcas de lujo, minimizando su precio y poniéndolo al alcance de muchos consumidores que no podrían alcanzar el original, pero hablando de Zara, donde la diferencia pueden ser apenas unos euros, ¿tiene sentido realmente?
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