La tendencia “Wellness” sigue transformando a diversas industrias y la industria hotelera no es la excepción. Este negocio está pasando de enfocarse solo en hospedaje a ser un centro de experiencia completo donde se busca un equilibrio entre el descanso, la conexión con la naturaleza y el interés por crear nuevas experiencias. De esta manera se busca que el huésped sienta que no debe escapar de su vida; sino construir sobre ella y aprovechar el presente durante su estadía.
La literatura coincide en que factores de estilo de vida y factores genéticos influyen en nuestra longevidad. Es más, según últimos estudios publicados en el BMJ Evidence Based Medicine Journal, las prácticas saludables de estilo de vida pueden reducir nuestra predisposición hereditaria a una vida más corta en un 62%. Es decir, nuestro tiempo y calidad de vida dependen más de nuestros hábitos y vivencias que de nuestra carga genética. Precisamente de esto nos habla la tendencia “wellness” o bienestar. Aquí, podemos identificar cinco factores de estilo de vida que pueden ser incorporados dentro de una propuesta hotelera de bienestar: dieta, ejercicio, propósito, conexión social y calidad de sueño.
Dieta. En el país con tantos premios gastronómicos, es fácil olvidar que un aspecto básico de la comida no es solamente sabor/presentación sino su valor nutricional. Cada vez más vemos propuestas gastronómicas de hoteles y restaurantes que cumplen con las necesidades de macronutrientes de los huéspedes, así como planes de alimentación que ayudan a su objetivo de vida.
Ejercicio. La propuesta de espacios destinados al deporte permite a los huéspedes tener un ambiente para continuarlas cuando se encuentran fuera de su casa o hábitat normal. No se trata de hacer que el huésped tenga un sentimiento de culpa por faltar al gimnasio, sino de ofrecerles opciones en las que ellos pueden decidir si desean ejercitarse o no durante su viaje, e integrarlas dentro de la propuesta turística del destino, sea en una clase de yoga frente al sunset o un trekking en las montañas.
Propósito. Séneca, el filósofo estoico Romano, define una vida plena como tener control de uno mismo, disfrutar de manera significativa y trabajar para alcanzar metas que son importantes para uno. Una experiencia de viaje puede ayudar a encontrar este propósito, sea de manera tangible en viajes de voluntariado o en brindar un espacio para abstraerse del día a día y meditar sobre ello.
Conexión social. Cuando hacemos que los huéspedes no escapen de sus vidas, sino que aprendan a valorar su presente es cuando podemos hablar de un servicio orientado y enfocado en el bienestar. En la industria vemos el crecimiento de los viajes multigeneracionales, que dan pie a crear actividades de compenetración de tribus, como las clases culinarias y concursos en familia.
Calidad de sueño. Es importante reconocer que la calidad de sueño no solamente depende de las horas nocturnas, del descanso en oscuridad total o la necesidad de tener ventanas aislantes de sonido, sino de las prácticas y rituales previos al momento de acostarse. En esa línea, la tendencia “wellness”, nos invita al uso de luz natural en el diseño del hotel, dietas ligeras en hoteles de altura, y darle al huésped la opción de actividades relajantes previas al momento de dormir.
El bienestar, entonces, va más allá de las propuestas clásicas de tratamientos relajantes y spa de hoteles. Si bien siguen siendo lugares ideales para que los huéspedes utilicen servicios como sauna, reflexología, masajes descontracturantes y otras terapias de relajación, estas no son suficientes dentro de una propuesta holística de wellness integral. Es nuestra responsabilidad comprender qué necesitan las personas dentro de esta propuesta y cómo integrarla mejor a los servicios turísticos. Solo así podremos hablar de algo tangible y que tenga impacto en el huésped y en su experiencia.