Decidí dedicarme a la producción audiovisual desde que comprendí que el cine, los
cortometrajes, las series de televisión y los documentales me permitían conectar con las
personas a través de historias y personajes verosímiles con los que ellos podían identificarse,
descubrir la diversidad y comprenderse unos a otros. Sin embargo, la diversidad no siempre
tuvo la importancia que ha ganado hoy día y necesitamos seguir incentivándola a través de las
pantallas, sobre todo en el Perú.
A nivel internacional, los Premios Oscar empezaron a promover la diversidad desde el 2021,
otorgándole un puntaje adicional a las producciones que cumplen cuotas de género,
orientación sexual, raza o cultura, no solo entre los actores, sino también entre el equipo de
realización, lo cual me parece crucial considerando el impacto de Hollywood en el mundo. Los
esfuerzos de la academia fueron en vano, pues la Universidad de California demostró que las
películas en las que más de un quinto de su elenco pertenece a minorías, vendieron más
boletos a nivel global.
En el Perú, el cine también está evolucionando gracias a profesionales que supieron valorar
nuestra riqueza cultural. Con esa mirada de autor que caracteriza la cinematografía nacional,
nos entregaron historias como La teta asustada, Retablo o Wiñaypacha —premiadas en
grandes festivales— que rescatan la idiosincrasia, cultura, supersticiones e incluso el idioma de
personajes entrañables que se desenvuelven en escenarios marginados, andinos, míticos o
religiosos, y con los que nos encontramos en temas comunes como el terrorismo, la
homosexualidad o el abandono.
Otra vertiente del cine peruano, tal vez más comercial, es la que se refleja en la película Hasta
que nos volvamos a encontrar de Bruno Ascenzo. Si bien, esta comedia romántica desató
críticas, lo cierto es que muestra escenarios como Cusco, Machu Picchu, el Lago Titicaca y
Paracas, de una manera espontánea, incorporando tradición, modernidad y respeto por el
medio ambiente. Una reconquista, a través de una historia de amor, donde las danzas, el
vestuario, los colores de piel, las clases sociales y las creencias son representadas desde un
punto de vista más cosmopolita, pero no por ello alejado de nuestra pluriculturalidad.
No obstante, aunque estos pasos en el cine dan cuenta de la intención de abrir oportunidades
para todos, muchas veces las nuevas condiciones obligan a productores y directores a
reemplazar personajes masculinos por femeninos, blancos por afrodescendientes, andinos por
capitalinos, y adaptar guiones, aunque no sean coherentes, para cumplir cuotas de diversidad.
Desde mi punto de vista, en vez de forzar la narrativa, deberíamos ver la diversidad como una
oportunidad para mostrar la riqueza y complejidad que se esconde detrás de otras culturas o
poblaciones subrrepresentadas, a través de historias consistentes con la realidad.
Los realizadores audiovisuales tenemos un enorme reto por delante. Ahora necesitamos ser
aún más creativos para tratar de representar en las historias nuestra propia diversidad, con
nuestros personajes, en nuestros ambientes y con las contradicciones de un país que sigue
buscando su propia identidad para perfilar una marca Perú en el mundo audiovisual. Pero,
para lograrlo, necesitamos también el apoyo y compromiso de los espectadores nacionales.
Muchas gracias x la ayuda, me ha sido muy util.