A comienzos del siglo XXI, en varios países, surgió con entusiasmo la cultura de las «
Girl Boss» (La jefa), como una fuerte respuesta a un mundo dominado en su mayoría por hombres en puestos directivos o estratégicos.
El movimiento
Girl Boss tuvo un impacto profundo en las mujeres. Despertó en ellas la ambición de alcanzar puestos directivos, salarios por encima del mercado y ascensos sobre colegas varones con mayor experiencia pero menor conocimiento; permitiéndoles alcanzar un estatus que décadas atrás era difícil de imaginar.
Las “Girl Boss” y el burnout
Sin embargo, en esta vida, no todo lo que brilla es oro. Lo que ha caracterizado a muchas de estas mujeres no han sido sus logros, decisiones estratégicas o éxito profesional; sino el complejo ―y cada vez más temido―
síndrome del burnout.
Y es que a pesar de los avances de la sociedad en cuanto a la
igualdad de género, la balanza nunca ha estado realmente equilibrada. Incluso en la actualidad, las mujeres continúan siendo responsables de una gran parte de las labores domésticas y familiares.
Muchas
Girl Boss no pudieron mantener un equilibrio adecuado entre su vida profesional y personal. Como resultado, este término, que en su momento fue signo de empoderamiento, ha perdido brillo, mística y respeto para la Generación Z.
Las nuevas reglas de juego
A mediados de este año, las reglas de juego cambiaron completamente. En junio, la creadora de contenido Gabrielle Judge utilizó por primera vez el término
Lazy Girl Jobs (LGJ), para definir a una nueva generación de mujeres que busca realmente mantener un equilibrio entre su vida y su trabajo, con responsabilidades limitadas pero muy bien definidas, con salarios dignos y gran flexibilidad, dándole total importancia al
trabajo remoto o híbrido y cuidándose mucho de caer en el estrés.
En los últimos meses, el hashtag #lazygirljob se ha convertido en un auténtico fenómeno en las redes sociales, con más de 17 millones de menciones en TikTok y más de 15 millones de menciones en Instagram. Este hashtag usualmente va acompañado de testimonios de mujeres con trabajos mal remunerados y extremadamente exigentes.
El mindset #LazyGirlJob
Pero no nos equivoquemos, aunque la traducción literal de “lazy” sea “perezoso”, el movimiento en realidad aboga por trabajar de manera inteligente en lugar de trabajar duro. En una entrevista para la revista Fortune, Gabrielle Judge destacó: “No queremos ser vagas, simplemente no queremos trabajar tan duro para un sistema que funciona contra nosotras”.
En la actualidad, adoptar el enfoque #LazyGirlJob implica la priorización y simplificación para lograr una mayor
eficiencia en el trabajo. Al enfocarse en las tareas más importantes y eliminar las superfluas, se puede lograr más en menos tiempo. Evitar la sobrecarga de trabajo y la sensación de estar siempre ocupada reduce el estrés y la ansiedad, lo que lleva a disfrutar de una vida más equilibrada y saludable.
Implementar estratégicamente el mindset #LazyGirlJob, desde una perspectiva profesional y laboral, puede ser una excelente manera de tomar decisiones más efectivas y gestionar el tiempo con calidad. Esto nos invita a buscar herramientas y software para automatizar tareas repetitivas, delegar responsabilidades y empoderar a nuestro equipo para centrarnos en lo verdaderamente importante. También nos permite aprovechar al máximo nuestros momentos de mayor productividad y dedicar tiempo de calidad a nuestros seres queridos o pasatiempos significativos.
Quiet quitting, bare minimum mondays y otras tendencias del cambio generacional
Finalmente, es importante destacar que el juego ya ha cambiado y las reglas se han modificado radicalmente. Según la consultora Deloitte, el 49% de la Generación Z afirma que su trabajo es central en su identidad; en contraste con el 62% de los
Millennials. Esta diferencia es significativa que refleja un
cambio generacional en la forma en que se percibe el trabajo.
Las nuevas generaciones buscan soluciones más simples y eficientes, que les permitan reducir el estrés y centrarse en lo esencial. Ahora es más común encontrar corrientes como el «Quiet Quitting” (renuncia silenciosa) o los «Bare Minimum Mondays” (trabajar al 50% los lunes).
Es imperativo que el mercado laboral supere sus prejuicios y evolucione para adaptarse a esta nueva mentalidad, reconociendo que simplificar la vida laboral y priorizar un equilibrio entre trabajo y vida personal no equivale a pereza, sino a eficiencia y bienestar. Curiosamente, a pesar de que este es un tema generacional y no atañe solo de las mujeres, hasta el momento no existe en las redes sociales conversaciones sobre
#lazyBOYjobs. Sería interesante preguntarnos ¿por qué?