En el último año debido a la pandemia y otros eventos extraordinarios que han sucedido en el país y el mundo, han producido en la sociedad una notable falta de esperanza respecto al futuro.
Los especialistas en psicología positiva, Martin Seligman y Chsrtopher Paterson, señalan que la esperanza forma parte del Cuestionario de las Fortalezas Personales, en la categoría denominada Trascendencia.
¿Por qué? Porque la esperanza en el ser humano es una necesidad que nos permite conectarnos con otros y darle así un significado positivo a nuestra vida.
Es decir, la esperanza, al igual que la proyección del futuro y el optimismo, son esenciales para enfrentar el mañana con esfuerzo para superar lo que venga con él y prepararnos cada vez más para situaciones del mismo tipo o de mayor complejidad.
Lamentablemente, en nuestros días la fe en un futuro más seguro y positivo ha decaído enormemente, sobre todo en los jóvenes. Un cuadro alarmante puesto que, como sabemos todos, ellos son el futuro del país.
Es importante aclarar que este tipo de situaciones son producto de la resistencia a la esperanza. Lo cual ocurre cuando se tienen muchas expectativas y ninguna se cumple o por la presión social que nos hace pensar que la esperanza no tiene sentido.
Sin embargo, los ejemplos sobre la esperanza abundan y su asociación con el sentido de la vida resulta increíble porque le da propósito y significado.
Su influencia marca un antes y un después clarísimo que podemos ver en los niños cuando les prometemos una golosina. En adultos, cuando quieren lograr sus metas profesionales con esfuerzo. En ancianos cuando anhelan estar con sus familias siempre.
Tener esperanza en tiempos de angustia es lo que hacen realmente las personas verdaderamente buenas y admirables. No se rinden ante la adversidad. La penumbra suele ser el pico más alto donde ponen a prueba su carácter y lo fortalecen.
Aún en momentos tan lúgubres como la pérdida de un familiar, la esperanza se convierte en la base de la recuperación porque siempre hay algo por lo cual actuar y luchar. Efectivamente, el amor por ese ser querido que partió permanece al igual que los recuerdos, pero el sentido de la vida es avanzar para velar por los que se quedan con nosotros.
La esperanza no se toca, saborea, huele o ve, pero es realmente poderosa, un motivador convincente. Un sentimiento, una sensación que muestra que lo valioso puede lograrse, aunque genere dolor y parezca insuperable. Tener esperanza es poseer confianza y optimismo más allá de lo que las circunstancias pueden mostrar.
Algunas razones de la importancia de la esperanza son:
La esperanza es la profecía autocumplida: hace que te esfuerces más por tus objetivos. Si te rindes, cedes el terreno al rival sin luchar.
La esperanza es saludable: las personas que tienen esperanza están mejor mental, espiritual y físicamente por ella.
La esperanza hace pensar: piensa un momento, hay inventos infinitos en el mundo, pero qué hubiera pasado si sus inventores no hubieran tenido esperanza.
La esperanza inspira: hace que tus ideas como tu personalidad sean ideas magnéticas. Recuerda, nadie trabaja con gente desesperanzada o desanimada.
Nadie piensa mucho en las probabilidades si se centra en lo que de antemano cree que es imposible. La esperanza es un potente estimulante que no se debe dejar escapar jamás.
Finalmente, solo me queda dejarte una reflexión poderosa de un autor anónimo: «Cuando el mundo dice: ‘Ríndete’, la esperanza susurra: ‘Inténtalo una vez más'».