Para no ser reemplazados por un robot, los publicistas y marketeros tendremos que aprender a domar y convivir con la Inteligencia Artificial (IA).
Los avances y ramificaciones que está teniendo la IA en estas últimas semanas van más rápido de lo que se esperaba. Aún recuerdo la primera vez que vi el poder de una plataforma de este tipo, la Deep Blue de IBM, máquina creada para derrotar a Kasparov en una encuentro de ajedrez, si bien no le ganó, de las 6 partidas jugadas la computadora venció en 2.
Lo que el progreso de la IA nos muestra es que los trabajadores de la “clase creativa” estamos a punto de sufrir en carne propia la automatización de procesos que por años ha acosado a los trabajadores manuales. Esta tecnología va a generar un cambio radical en la manera en la que hacemos nuestra tarea.
Como en todo cambio de paradigma, los que se adapten más rápido a las nuevas formas de trabajo son los que van a liderar y en el peor de los casos sobrevivir. Si bien muchos de los trabajos creativos pueden desaparecer, muchos otros están por nacer y esto va a ser muy emocionante. El desafío es entonces aprender prontamente como sacarle el máximo provecho a las diferentes herramientas. ¿Se pierde el arte debido a la IA, o nos liberamos de muchos de los procesos de estructuración más formulados que quitan energía? Pienso que al darle el “trabajo pesado y aburrido a la IA, tenemos más espacio mental libre para darle más detalle al trabajo creativo.
Queda claro que el inicio va a ser difícil, la resistencia a lo nuevo, las viejas formas y los puristas van a reaccionar, clamar fraude y menospreciar los logros que se obtengan, pero, como en toda revolución, los aspectos positivos superarán a los negativos rápidamente.
Superado el miedo y la incertidumbre, esta debe ser una época de optimismo. Sí, la Inteligencia Artificial va a eliminar varios trabajos, pero su establecimiento en nuestro rubro no debe ser presagio de obsolescencia, sino un catalizador de futuros trabajos maravillosos.