Hace un mes escribí un artículo, «Keiko vs. Keiko», donde explicaba que la única estrategia que podía darle alguna chance a Keiko Fujimori era la de pedir perdón genuino, ofrecer compromisos de garantía democrática, empatía y una visión ilusionante de cambio.
Pues bien. Un mes pasó, ¿y qué hizo la señora? Exactamente lo contrario: perseverar en el error de una estrategia que azuza el fantasma del «comunismo-chavismo» que la gran mayoría de indecisos, simplemente, no compra. Y no la compra porque el verdadero adversario de Keiko Fujimori no es el «comunismo-chavismo» encarnado por Castillo, sino lo que ella misma construyó como marca.
Pero a todo ello, además, vino a sumarse el déjà-vu de cada lustro: una gigantesca maquinaria mediática puesta al servicio de la demolición del anti-sistema de turno. Como si nada hubiese aprendido en elecciones pasadas, un sector de la derecha sigue pensando de manera cerril y ciega que todo esto se soluciona en el minuto 90 con guerra mediática y de miedo.
Lo que ha sucedido, sin embargo, es que la manipulación mediática (siendo real la amenaza totalitaria de Castillo) devino, una vez más, en un apanado de tal calibre y descaro, que su efecto es todo lo opuesto: se ha terminado por erigir a una víctima del abuso del poder mediático. Se levanta a un underdog vs un topdog, y se subestima a la gente pensando que adherirá a los mensajes y no advertirá el apanado, con un serio error estratégico: no tomar en consideración la casi nula credibilidad y antipatía de la gran prensa en la audiencia de hoy. Sobre todo cuando los mensajes relacionan a la Sra. Fujimori con «libertad y democracia», una manera francamente risible de blanquear la marca, y no ejercen la más mínima presión en ella para obtener esas garantías que hubiesen limado las reales barreras del indeciso.
Lamentablemente, mis predicciones se han cumplido, pero hoy, un mes después de haberse zurrado con soberbia en lo que se le advirtió y se le aconsejó en todos los tonos y colores, la Sra. Fujimori finalmente decide hacer lo que sin embargo puede ser muy tarde para ella.
Y decimos muy tarde porque en comunicación «content is king, but context is God». El contexto era hace un mes, no ahora. Ahora suena a maniobra desesperada y oportunista, francamente ridícula y obvia en su insinceridad y en la manera de hacerla, a modo de «aviso político contratado» a través de un medio, con ofrecimientos (lo de Saavedra) que dan vergüenza ajena y más bien pueden restarle más votos, y en un contexto que juega en contra porque ya se instaló una idea MAS FUERTE que ella pidiendo perdón, y esa idea es: «los medios están con Keiko». Entonces, cualquier cosa que digan los medios ahorita carece de potencia, porque no gozan de la credibilidad del INDECISO, antes bien de su desconfianza. Y era del indeciso del que tenían que encargarse, pero no de esa manera. Lo hicieron todo al revés.
¿Hará falta decir que lamento que mi diagnóstico se haya ratificado en las encuestas? Solo diré que hacer comunicación social y política en el Perú ha cambiado. ¿Hará falta también decir que nada de lo que digo está reñido con mi profundo desprecio a la amenaza totalitaria de Cerrón/Castillo? Sí, tal vez haga falta. Porque en el Perú binario de hoy, esta equivocada estrategia precisamente también ha terminado por exacerbar aquello de «si no hablas bien de mis amigos, entonces eres mi enemigo».
Deberiais hacer mas webs como este. Muchas gracias Saludos