El entorno actual es extremadamente dinámico y desafiante debido a las industrias emergentes, los avances tecnológicos y las cambiantes preferencias del consumidor. En este contexto, el fenómeno psicológico FOMO (miedo de perderse) amenaza el bienestar de los ejecutivos de marketing. En este artículo analizamos esta problemática, las consecuencias que trae consigo y alternativas para prevenirlo.
Como premisa, hay que señalar que el FOMO es una ansiedad constante por perderse experiencias, oportunidades o conexiones importantes que otros están viviendo. Esta sensación puede ser particularmente intensa en un rubro innovador y en constante cambio como el marketing, donde el éxito depende de la capacidad de adaptarse y capitalizar nuevas tendencias. A continuación, se presentan algunos de los efectos más perjudiciales en las personas:
- Desviación en los objetivos estratégicos
El FOMO puede ser particularmente perjudicial para los ejecutivos de marketing porque puede afectar su capacidad estratégica y llevarlos por caminos que no siempre son beneficiosos para su desempeño en la empresa donde trabajan o en sus propios emprendimientos. La búsqueda constante de estar al día con las tendencias o competir con los compañeros puede llevar a decisiones apresuradas o impulsivas que no están respaldadas por un análisis o evaluación completa de riesgos y beneficios. Los ejecutivos pueden caer en la trampa de perseguir oportunidades rápidas o tendencias temporales, desperdiciando recursos valiosos y desviando la atención de iniciativas más fundamentales y rentables en lugar de adoptar un enfoque estratégico y centrado en los objetivos a largo plazo.
- Agotamiento y sobrecarga de trabajo
La búsqueda constante de nuevas tendencias y oportunidades puede convertirse en una obsesión que consume todos los aspectos de la vida laboral de un ejecutivo en un entorno donde la velocidad y la innovación son la norma.
El FOMO fomenta una mentalidad de «siempre en línea», donde las personas sienten la necesidad de estar conectados constantemente para explorar nuevas ideas y perseguir nuevas oportunidades, incluso fuera del trabajo. Esta mentalidad puede resultar en una carga de trabajo excesiva, donde se sienta la obligación de responder correos electrónicos y estar al tanto de las últimas noticias incluso mientras se está fuera del trabajo.
De esta forma, se puede experimentar agotamiento físico y mental como resultado de tratar de equilibrar las demandas del trabajo con la vida personal. El agotamiento puede manifestarse de varias formas, como fatiga crónica, falta de concentración, irritabilidad, problemas de sueño y un aumento en los niveles de estrés y ansiedad.
Además, la sobrecarga de trabajo puede afectar negativamente el rendimiento y la eficacia en todas las áreas de responsabilidad. De esta forma, las personas que son víctimas del FOMO son más propensas a cometer errores, perder el enfoque en tareas importantes y no cumplir con los plazos cuando están agotados y abrumados.
El agotamiento también puede tener efectos a largo plazo en la salud física y mental de las personas, lo que puede resultar en un mayor ausentismo laboral, una disminución en la productividad y una mayor rotación de personal en el departamento de marketing.
- Alta exposición a tomar decisiones impulsivas
El FOMO puede ejercer una gran presión sobre los profesionales vinculados al marketing, obligándolos a tomar decisiones impulsivas para mantenerse al día con las tendencias o competir con sus compañeros. La urgencia de seguir adelante puede arruinar el juicio estratégico y llevar a decisiones apresuradas sin una evaluación adecuada de riesgos y beneficios.
Las personas pueden verse tentados a tomar el último «movimiento» cuando se sienten abrumados por la ansiedad del FOMO, sin pensar si realmente se alinea con los objetivos estratégicos de la empresa o si es la mejor opción para llegar al público objetivo. Esto puede resultar en inversiones inadecuadas en proyectos que no generan un retorno de inversión significativo o que no se ajustan a la identidad de la marca.
Además, la toma de decisiones impulsivas puede llevar a lanzar campañas de marketing que no resuenan con el público objetivo debido a la falta de investigación y pruebas adecuadas. Si estas campañas no se llevan a cabo de manera efectiva o si el público las considera desesperadas o poco auténticas, pueden caer en el olvido rápidamente o, peor aún, dañar la reputación de la marca.
- Falta de enfoque
Los profesionales de marketing pueden desarrollar una mentalidad de «actuar ahora, pensar después» debido a la constante presión del FOMO. La ansiedad de no quedarse atrás puede provocar un sentimiento de urgencia que conduce a decisiones precipitadas sin considerar todas las implicaciones y consecuencias. A continuación, se enumeran algunas formas en que este fenómeno puede manifestarse y las consecuencias potenciales:
- Pasar por alto la importancia de realizar una investigación y un análisis exhaustivos para respaldar sus decisiones porque quieren actuar rápidamente. Esto puede conducir a una comprensión errónea de las necesidades y preferencias del mercado, lo que conduce a campañas de marketing que no logran conectarse con el público objetivo.
- Ignorar riesgos significativos o subestimar su impacto, lo que puede tener efectos perjudiciales para la empresa, como daños a la reputación, pérdida de clientes o problemas legales.
- La falta de planificación y análisis durante la toma de decisiones impulsivas puede conducir a lanzar campañas de marketing que no alcanzan los objetivos o no tienen el impacto esperado en el público objetivo.
- Percepción distorsionada del éxito
Los ejecutivos de marketing que experimentan FOMO pueden experimentar una percepción distorsionada del éxito. En un mundo donde la visibilidad y el reconocimiento público se pueden obtener fácilmente a través de las redes sociales y otras plataformas en línea, existe una tendencia a valorar el reconocimiento superficial sobre los logros y el impacto real.
El FOMO fomenta una mentalidad de competencia constante, donde los profesionales se sienten presionados para demostrar su valía a través de indicadores externos de éxito, como el número de seguidores en las redes sociales, el prestigio de los premios ganados o la participación en eventos de la industria. Esto alimenta esta percepción distorsionada del éxito.
Los ejecutivos pueden perder de vista lo que realmente importa: los resultados tangibles y sostenibles que impulsan el crecimiento y la rentabilidad de la empresa a largo plazo. Los ejecutivos pueden estar más preocupados por mantener una apariencia superficial de éxito que satisfaga sus necesidades emocionales y egoístas, en lugar de concentrarse en la calidad del trabajo realizado y en el impacto real en el negocio.
Recomendaciones para evitar el FOMO
- Aprender a establecer límites saludables y a dar prioridad al bienestar personal para combatir el FOMO y la sobrecarga de trabajo. En esta línea se pueden establecer horarios de trabajo claros, delegar tareas cuando sea necesario y aprender a decir no a la sobrecarga de trabajo. Además, se debe buscar apoyo y asesoramiento cuando sea necesario, ya sea de mentores, colegas o profesionales de la salud mental, como psicólogos.
- Aprender a tomar decisiones más conscientes y estratégicas para evitar caer en la trampa de las decisiones impulsivas impulsadas por el FOMO. Esto puede implicar tomarse el tiempo necesario para realizar una investigación exhaustiva, consultar a colegas y expertos en el tema, y evaluar cuidadosamente los riesgos y las ventajas de cada opción antes de tomar una decisión. Además, es vital deben mantener una perspectiva a largo plazo y enfocarse en la creación de valor sostenible para la empresa en lugar de buscar soluciones rápidas o populares.
- Concentrarse en desarrollar una mentalidad de éxito basada en resultados tangibles y sostenibles para contrarrestar la percepción distorsionada del éxito causada por el FOMO. Esto puede implicar establecer objetivos claros y medibles que reflejen el progreso real hacia los objetivos estratégicos de la empresa. Además, en lugar de buscar validación externa o compararse constantemente con los demás, los ejecutivos deben aprender a valorar su propio éxito en función de su contribución al crecimiento y la innovación de la empresa.