El 2021 ha sido declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible. Esto debido a que los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad, necesitan de ideas creativas e innovadoras impulsadas por la propia ciudadanía, las organizaciones y los gobiernos.
Esta industria conocida como Economía Naranja, engloba todos los bienes y servicios vinculados con la creatividad (radio, teatro, cine, streaming, videojuegos, etc.) y en los últimos años ha crecido exponencialmente. De hecho, la Economía Naranja actualmente mueve alrededor de 15 mil millones de dólares en Sudamérica, solo teniendo en cuenta dos países: Brasil y Colombia. En el Perú, la cifra alcanzó un promedio de USD 4,700 millones, lo que equivale al 2.7 % del PBI; un porcentaje lejos de alcanzar en este rubro pero que abre múltiples oportunidades y mucho terreno por explorar para impulsar su crecimiento.
Como espectadores, la pandemia ha multiplicado nuestro consumo de contenido de entretenimiento, situación que está a contramano con la reducción de producciones audiovisuales, teatrales, entre otras actividades vinculantes. Y es que, en nuestro país, esta situación se agrava, teniendo en cuenta que dentro de las medidas dispuestas por el gobierno para reactivar la economía aún falta dinamizar mucho más este sector.
Al respecto, es importante tomar en consideración que una de las ventajas de la economía creativa es la generación de empleos, además de la promoción de la cultura y reducción de las brechas sociales, entre otros beneficios. Tal es así, que un reciente estudio de la UNESCO revela que el sector cultural y creativo promueve alrededor de 30 millones de empleos en el mundo, siendo el sector que emplea a más jóvenes.
En ese sentido, si bien la intervención estatal es fundamental, en tanto que se trata de impulsar la mecánica productiva del país -promoción que no necesariamente está directamente vinculada a la entrega de dinero, o subvenciones a realizadores y productores, sino ligada al hecho de construir entornos que propicien el crecimiento de esta industria- la intervención de los centros de formación académica, juega también un rol fundamental.
De esta manera, las carreras vinculadas al desarrollo de la creación y gestión cultural, actuación y dirección teatral, así como la amplia gama de carreras vinculadas a las artes audiovisuales, son absolutamente necesarias, si se quiere igualar -e incluso superar- a los países de la región, y así contribuir con el desarrollo de nuestro país.
En Toulouse Lautrec, por ejemplo, lo entendemos así y estamos convencidos que la industria del cine que comenzó de crecer de manera importante y sostenida, en un escenario pre-pandemia, volverá con fuerza demandando profesionales formados en las áreas vinculadas al proceso de producción, filmación y post producción de una película.
Así como Gastón Acurio se propuso, hace más de una década, la idea de que el cocinero peruano sea reconocido en el mundo como representante de una gastronomía de primer nivel, nosotros tenemos la visión de formar a cineastas peruanos, que pondrán al Perú en la mente de los espectadores de todas partes, a través de las imágenes; y quienes, además, serán considerados como sinónimo de calidad y profesionalismo.
La industria y los miles de puestos de trabajo serán los principales beneficiados, así como también el posicionamiento del Perú, a través de sus producciones.