En 2013, Jeff Bezos trajo al mundo el concepto del delivery a través de drones (‘drone delivery’), servicio que implementaría para las entregas de Amazon. El servicio Prime Air llevaría en 30 minutos el producto a los clientes, volviéndose una opción limpia, rápida y conveniente para cualquier producto menor a 2.3 kilos. Este anuncio generó una fuerte expectativa en inversionistas, startups y -por supuesto- clientes.
Mientras nacían startups enfocadas en desarrollar la tecnología para entregar productos por ‘drone delivery’, como Aria Insights, Drone Delivery Canada, Matternet o Flyrtex; los gigantes de la entrega a domicilio, como DHL, UPS y FedEx, comenzaron a asociarse con compañías de tecnología ligadas a resolver problemas de última milla. Todos los jugadores estaban apuntando a un mismo objetivo: hacer realidad la entrega de paquetes a través de drones.
Sin embargo, al 2022, salvo un pequeñísimo porcentaje de la población mundial, nadie está recibiendo sus paquetes a través de drones y los envíos en 30 minutos prácticamente no existen. En 2021, Amazon comenzó a desintegrar su equipo de Prime Air, después de casi 8 años; DHL anunció que abandonaba su proyecto “parcelcopter”; y las startups y desarrolladoras dejaron de recibir financiamiento. Entonces, ¿por qué declinó tan rápido esta apuesta por la tecnología?
Los estudios preliminares realizados en la ciudad de Phoenix lograron identificar que el servicio de ‘drone delivery’ solo podría llegar a la tercera parte de la población y, debido a la normativa aérea, las zonas cercanas a aeropuertos y bases aéreas quedaban restringidas. Grandes ciudades como Nueva York, Washington y Boston quedaron automáticamente descartadas.
Sumado a esto, una encuesta global de 2016 sobre los servicios de última milla indicó que el 70% estaba contento con la forma de entrega más barata y solo el 23% pagaría por la entrega en el mismo día. En esa línea, otros last milers como Rappi, Pedidos Ya y Jokr, logran hacer llegar rápidamente los pedidos a cambio de un pago ‘extra’, evitando preocuparse por soluciones complejas; a sus consumidores no les importa si su comida llega en bicicleta, auto o a pie, mientras llegue rápido. Desde la perspectiva del consumidor, el problema que el ‘drone delivery’ buscaba resolver ya está resuelto.
Desde otra perspectiva, la startup Zipline, comenzó a desarrollar un proyecto de ‘drone delivery’ para distribuir medicinas en Ruanda. Identificaron la necesidad de llevar productos médicos de vital importancia, usados con regularidad y con una vida útil corta a zonas alejadas y con una infraestructura vial pobre. Con ello, se ha logrado abastecer almacenes de pequeños centros de salud en zonas rurales de manera rápida y segura. Zipline implementó un sistema de distribución rápido y de bajo costo y hoy opera proyectos similares en otras regiones de África y Estados Unidos.
Aunque este proyecto no ha tenido el ruido mediático que sí alcanzó la idea inicial de Bezos, muestra un progreso concreto y que las implementaciones de Zipline no son pruebas de conceptos, ni trucos publicitarios, sino una implementación comercial orientada a resolver problemas reales. Otras compañías ya se han interesado por el potencial médico del uso de drones. De este modo, impulsarán el desarrollo de la tecnología, atrayendo el interés de inversionistas, pero esta vez a través de una propuesta de valor real y la aceptación gradual de la nueva tecnología.
Me encanto demasiado tu post Gracias Saludos