El rol de los comunicadores ante la crisis de salud mental en la era de la inmediatez.
Vivimos en la era de la inmediatez. Todo se quiere ya. Todo se mide hoy. Todo se responde ahora.
La tecnología nos prometió eficiencia, pero a cambio, nos robó la pausa. Nos enseñaron que el tiempo es oro, pero olvidamos que la paciencia es salud.
Y en medio de esa carrera sin meta, la salud mental de muchas personas está sufriendo las consecuencias.
¿Qué tiene que ver la comunicación con todo esto?
Mucho más de lo que parece. Los comunicadores, seamos publicistas, marketeros, estrategas o periodistas, moldeamos imaginarios sociales. Y durante años hemos alimentado uno muy peligroso: el de la INMEDIATEZ. La cultura del “compra ahora y obtén un descuento”, “estás a sólo un clic”, “que el video enganche en los primeros 5 segundos sino te saltan” o del “un día es mucho, envíalo ASAP”. Y mientras más ruido hacemos para ser vistos, más ansiedad generamos.
En los consumidores. En los colaboradores. En nosotros mismos.
¿Qué estamos enseñando a las nuevas generaciones?
- Que si no tienes resultados hoy, fracasaste.
- Que si no hay respuesta en 3 minutos, ya es tarde.
- Que si no produces, no vales.
Esa narrativa es enfermiza. La ansiedad, la frustración, la ira y el cansancio emocional están en aumento. Y no es casualidad, es consecuencia. Por eso, como comunicadores, tenemos una responsabilidad urgente: no seguir acelerando una cultura que desgasta.
Una epidemia silenciosa
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 970 millones de personas viven con un trastorno de salud mental. Los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos son los más comunes, afectando a más mujeres que a hombres. La ansiedad y la depresión encabezan la lista.
En América Latina, la situación es alarmante. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte que el 50% de los adolescentes presenta síntomas de ansiedad o depresión. Muchos no buscan ayuda por miedo, vergüenza o por la falta de atención institucional.
La salud mental es el tema de fondo de nuestra época, pero seguimos tratándola como un problema individual, cuando es un síntoma de un sistema colectivo: acelerado, exigente y, paradójicamente, cada vez más desconectado.
El rol de quienes comunicamos
No se trata de volver al pasado, ni de romantizar la lentitud. Se trata de desacelerar para tomar conciencia. De crear espacios donde lo importante no se pierda entre lo urgente. De escucharnos y mirar hacia adentro para crear nuevas formas de avanzar a paso firme. Y si llega el momento de deconstruirse, que también llegue con la visión clara para la reconstrucción.
Desde nuestro rol, podemos:
- Promover espacios para hablar de salud mental con honestidad y sin tabúes.
- Hablar sobre la importancia de la paciencia: respetar los procesos para alcanzar objetivos
- Destacar que la pausa es parte importante del diseño estratégico.
- Desnormalizar la “hiperdisponibilidad”. Poner límites también es profesional.
- Proponer mensajes que ayuden a gestionar la frustración, la ira y la ansiedad.
- Considerar que la productividad mejora con un equipo sano y motivado.
Y sobre todo, dar ejemplo. No desde el deber sino desde la empatía porque lo que no se cuida, se rompe.
¿Y tú, necesitas hacer una pausa? ¿Cómo te cuidas en un mundo que no para?