Siempre he pensado que ser creativo no es un título que ostentas en tu tarjeta de presentación. Los comunicadores tenemos la mala costumbre de etiquetar a los creativos versus los que no lo son de una manera tácitamente dolorosa. La creatividad existe en todos, en mayor o menor medida. Se ejercita, crece, se transforma. Se vuelve parte de la vida.
En el Perú, los peruanos tenemos la capacidad de aflorar nuestra creatividad en momentos de crisis. Esta pandemia califica como una de las mayores crisis de la historia del mundo. Pero para nosotros, también lo fue la hiperinflación de los 80, el terrorismo galopante, la escasez de alimentos, los terremotos. Es justamente en esos momentos en los cuales la creatividad se convierte en el bien más preciado, junto a la resiliencia.
La combinación de estas cualidades nos hace ser capaces, primero, de analizar el problema que tenemos delante. Un problema que se detecta, se desmenuza, se analiza y finalmente se enfrenta. La mejor manera de enfrentar grandes problemas es con gran creatividad. Quienes estamos entrenados para encontrar soluciones disruptivas en los negocios, también lo hacemos en la vida personal y en la resolución de conflictos, incluso de carácter global.
El cerebro creativo está en constante movimiento. Y es la vida real la que nos nutre de materia prima para resolver lo irresoluble. Para empezar, las cosas jamás volverán a ser las mismas de antes después del coronavirus. Asoma una nueva normalidad inevitable. La verdad es que, dentro del caos y la incertidumbre, siento emoción. Porque todo va a ser diferente en el futuro y eso es justamente la pólvora para la creatividad. Nuevos enfoques de negocio, nuevas formas de reinventar espacios para necesidades recientemente descubiertas. Incluso nosotros mismos somos tan diferentes ahora, después de esta versión de cisne negro.
En uno de los proyectos regionales en los que estuve a cargo de la estrategia de comunicación global, aprendí que, en Japón, la palabra crisis se compone por dos ideogramas: problema + oportunidad. Nada más acertado para interpretar el futuro que nos toca.
Nos podemos pasar los días lamentándonos de la desgracia, enfocando toda esta situación desde el pesimismo y culpando al universo y a nuestra mala suerte. Pero también podemos sentirnos protagonistas de un momento único e insólito, que va a cambiar las variables de cómo tomamos decisiones, cómo interactúanos y cómo vivimos. Ese es un futuro del cual, sin duda, quiero ser parte, reinventándome desde adentro para poder aportar con creatividad al tope.