Hace unos días, recibí un mensaje que me dejó pensando. Alexandra Canchis, una joven comunicadora que acababa de egresar de la universidad, me escribió por LinkedIn buscando orientación sobre cómo destacarse en el campo de las relaciones públicas. Aunque tenía un deseo claro de mejorar como comunicadora, me comentó que estaba un poco perdida en cuanto a las cualidades que las empresas buscan en este competitivo mercado. Este intercambio me hizo recordar mis propios inicios y pensar en la importancia de compartir experiencias con aquellos que están comenzando en esta fascinante carrera. El viernes que pasó conversamos por Meet y ahora comparto algunas reflexiones.
Cuando uno empieza en comunicación, los caminos son muchos y todos parecen posibles: publicidad, marketing, comunicación corporativa, comunicación para el desarrollo, relaciones públicas, entre otros. Decidir cuál tomar es abrumador, especialmente en una era donde todo cambia tan rápido. De hecho, después de más de 20 años trabajando en esto, estoy convencido de que no existe un solo camino ni fórmula.
Para Alexandra y para cualquier joven que está empezando en comunicación, el primer consejo que puedo dar es experimentar. La comunicación es un campo tan vasto que permite explorar distintas áreas. Al principio, es común aventurarse en diversas especialidades hasta encontrar aquella que realmente apasiona. Yo mismo comencé en publicidad, practicando en una agencia grande. Pero, a pesar de lo emocionante que sonaba, me di cuenta de que no era para mí. Entonces cambié a relaciones públicas, y desde entonces, llevo más de dos décadas aquí. Trabajar en diferentes industrias enriquece nuestras habilidades y amplía nuestra perspectiva sobre cómo funciona la comunicación en distintos rubros, haciendo que cada día sea diferente y que siempre haya algo nuevo por aprender.
Otro punto importante es el dilema de la especialización, porque los estudios y la experiencia son aliados poderosos. ¿Es realmente necesario especializarse apenas se egresa? La especialización, en mi experiencia, se va desarrollando a través del tiempo y de las vivencias en el campo. Pienso que una maestría o especialización académica tiene mucho más sentido cuando ya se cuenta con algo de recorrido profesional que enriquezca el aprendizaje.
La teoría es valiosa, pero lo que realmente importa en el día a día laboral es cómo aplicas todo lo que sabes a través del dominio de herramientas para situaciones reales. Saber escribir con claridad, manejar eficientemente la suite de Google o Microsoft, tener buenas nociones de diseño y usar bien la inteligencia artificial son habilidades -créanme- que harán destacar a un joven comunicador del resto. La clave está en mantenerse actualizado y en constante aprendizaje, ya que aquello que dominamos hoy puede cambiar mañana. A las empresas les importa más la habilidad de un comunicador para resolver problemas y adaptarse, que solo su conocimiento sobre teorías de la comunicación. Aquí vale la frase: “hablando y haciendo”
La comunicación cambia rápidamente, y un buen comunicador debe ser capaz de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. Hoy en día, los roles en comunicación no se limitan a un solo perfil. La mayoría de las empresas buscan comunicadores que puedan cumplir múltiples funciones, desde el manejo de redes sociales hasta la gestión de crisis o la elaboración de contenido estratégico. Ser flexible y tener una mentalidad abierta es fundamental para destacarse. La adaptabilidad también implica poder aprender de diferentes disciplinas. El marketing digital, el diseño, la inteligencia artificial y el análisis de datos son áreas que pueden complementar de manera efectiva el trabajo de un comunicador. Ser proactivo en el aprendizaje continuo es una cualidad que las empresas valoran enormemente.
Una de las herramientas más poderosas de un comunicador es su marca personal. Los comunicadores debemos ser capaces de construir una imagen que refleje nuestros valores, habilidades y experiencias. Una marca personal bien definida te diferencia en el mercado y te ayuda a construir una red de contactos sólida. Además, tener una presencia activa y profesional en redes sociales como LinkedIn es clave para conectar con otros profesionales y ampliar tus oportunidades laborales. Compartir o crear contenido propio, como artículos o reflexiones sobre temas relevantes en comunicación, es una excelente manera de mostrar tu experiencia y generar interés en potenciales empleadores o clientes. La marca personal es la manera en que te proyectas hacia el mercado, y debe ser auténtica y consistente con tus valores.
Finalmente, no hay que temer a probar nuevas posiciones. En los primeros años de carrera, la experiencia es el mejor maestro, y cada oportunidad laboral es una lección valiosa. No tengas miedo a cambiar de trabajo, para que puedas ver los distintos matices de la comunicación en diferentes sectores. Cada cambio te ayudará a definir mejor qué te gusta y en qué quieres especializarte. A veces, encontrar nuestro lugar en la comunicación lleva tiempo y ensayo-error. Lo importante es no temerle al cambio y estar dispuesto a aprender de cada experiencia.
Para los jóvenes que están empezando en el mundo de la comunicación, la carrera está llena de retos y recompensas. La comunicación es un campo dinámico, donde cada día trae consigo una nueva lección y una nueva oportunidad de crecer. Si acabas de egresar de tu carrera y deseas conversar sobre el futuro, encantado. ¡Mándame un mensaje por LinkedIn!
Estoy completamente de acuerdo con el autor en cuanto a la importancia de prepararse para enfrentar los desafíos del mercado laboral, especialmente en un ámbito tan dinámico y cambiante como es la comunicación. Me ha parecido muy interesante la perspectiva realista y práctica sobre las habilidades y competencias que los nuevos profesionales deben desarrollar para destacar en el mundo laboral.