Por: Otto Regalado. Profesor Principal de ESAN Graduate School of Business
Actualmente, vivimos en la denominada tercera ola de la Inteligencia Artificial (IA), que se caracteriza por la incorporación intensiva de habilidades generativas y de automatización sofisticadas que van más allá del mero reemplazo de tareas cotidianas. Es así como más allá de la mayor eficiencia en las operaciones, en esta etapa también se vienen transformando procesos, modelos empresariales, entre otros.
Frente a ello, si las empresas y los profesionales no tienen una postura proactiva frente a la IA pueden verse superados por la integración entre sistemas, la próxima irrupción de agentes IA y por supuesto los cada vez más exigentes clientes. Y lo peor es que ello ocurrirá en un periodo muy corto de tiempo.
Dimensionando el efecto mundial de la Inteligencia Artificial
De acuerdo con un estudio de PwC, la IA podría incrementar el PIB global en un 14% para 2030, lo que representa un crecimiento económico de USD 15.7 billones, sobrepasando la producción actual conjunta de China e India. Por su parte, McKinsey calcula que únicamente los casos de aplicación corporativa de IA generativa podrían incrementar la productividad en USD 4.4 billones, estableciendo así el nuevo límite de producción a nivel mundial.
Este crecimiento económico resulta en 12 millones de cambios de trabajo previstos para 2030, un ritmo de reestructuración laboral similar al visto durante la pandemia del COVID-19, que demanda una capacitación de la fuerza laboral nunca vista y donde prácticamente no habrá profesional que escape de ella.
Ahora dentro de esta reestructuración laboral es necesario hacer un zoom a la automatización de labores a través de la IA y prestar atención a las estimaciones: de acuerdo con McKinsey, solo el 10% de las actividades en la economía de Estados Unidos podría ser automatizado con IA generativa, impactando particularmente en empleos de bajo salario (< 38 000 USD/año). Y aquí lo alarmante es que este tipo de empleados tienen una probabilidad de 14 veces mayor de necesitar una transformación que aquellos con ingresos que superan los 58 000 USD/año.
Si bien este ejemplo puede parecer lejano para el caso peruano, la realidad es diferente: es el periódico del mañana y el espejo en el cual debemos mirarnos. La IA llegó para quedarse y la automatización no tendrá vuelta atrás, por lo que urge iniciar el proceso de capacitación para no verse superado por esta ola.
Ante este contexto, se presentan cinco aspectos fundamentales para que todo profesional, independientemente de su rubro, pueda surfear la ola de la IA:
- Invertir en capacitación constante y especialización en IA: La velocidad de las transformaciones tecnológicas demanda un aprendizaje constante. Según McKinsey, se prevé que para el 2030 habrá más de 12 millones de transiciones laborales. Los profesionales que encabecen su propio proceso de reskilling (proceso de capacitación para adquirir nuevas habilidades o actualizar las existentes) y consigan certificaciones específicas en IA (aprendizaje automático, visión computacional) se constituirán como colaboradores esenciales en cualquier industria.
- Tener un enfoque interdisciplinario y centrado en competencias tecnológicas. Ya no basta con dominar un campo técnico o empresarial específico: el 78% de las empresas emplea IA en al menos una función corporativa y el promedio de adopción comprende tres áreas diferentes, desde Tecnología de la Información hasta marketing y servicio al cliente, según McKinsey. Por ende, habrá que saber de todo y no un “poco”.
- Fomentar una mentalidad basada en datos en el proceso de toma de decisiones.
Pese a que el 92% de las empresas tienen la intención de incrementar su inversión en IA durante los tres años venideros, únicamente el 1% se considera «avanzado» en su incorporación, de acuerdo con McKinsey. Los profesionales que transformen percepciones cuantitativas en estrategias empresariales, y que fomenten la experimentación rápida con indicadores precisos, serán el motor que impulse resultados palpables. Asimismo, y vinculándolo con el punto anterior, el profesional que entienda el lenguaje de los datos y entienda los procesos laborales de otros, tendrá una ventaja competitiva clave. - Contar con valores éticos y saber cómo aplicarlos en el uso de herramientas de IA. De acuerdo con Deloitte y KPMG, solo el 76% de las compañías llevan a cabo formación en IA responsable, y solo el 30% de los trabajadores están familiarizados con las pautas éticas internas. Transformarse en un entusiasta promotor de prácticas de auditoría constante asegurará que la IA brinde valor sin comprometer la reputación ni la confianza de la empresa ante usuarios y reguladores.
- Contar con un espíritu innovador y emprendedor. Según Deloitte, el 94% de las organizaciones afirma contar con proyectos de IA generativa en etapas de desarrollo, pruebas o implementación, y el 87% tiene la intención de ampliar su uso. Los profesionales que impulsen proyectos de este tipo tendrán una ventaja porque no solo impulsarán la competitividad de sus organizaciones, sino que también serán más valorados y serán más visibles para dirigir este tipo de proyectos.
Como puede verse, la tercera ola de la IA brinda un abanico de posibilidades económicas y laborales sin igual. No obstante, también presenta desafíos éticos, organizativos y de talento que no pueden ser enfrentados con respuestas reactivas. Aquellos que encabecen esta transformación serán aquellos que perciban la IA no únicamente como un instrumento, sino como motor de cambio.