Por Willard Manrique, CEO del Grupo Crosland y especialista en Dirección Comercial por el PAD.
El acceso a la información y la inmediatez cobran más relevancia en la experiencia del cliente y las nuevas formas de consumo. En el Perú, un 61.3 % de personas consulta reseñas y comentarios en redes sociales antes de comprar un producto o servicio (Kantar Ibope Media, 2024). Un ejemplo reciente de esta evolución es “Shop with AI Mode”, una función anunciada por Google que permite a los usuarios realizar compras directamente desde el buscador mediante sugerencias generadas por inteligencia artificial. La herramienta cruza datos de productos, preferencias y contexto, muestra opciones de compra personalizadas, sin necesidad de que el usuario visite una tienda virtual. La venta ocurre, literalmente, antes del clic.
Este cambio no solo responde al avance tecnológico, sino también a una transformación en el comportamiento de los usuarios.La intención de compra ya no siempre está definida desde el inicio; ahora los usuarios deciden mientras interactúan con contenidos, comparan opciones y reciben estímulos ajustados a su perfil. En ese entorno, cada espacio digital puede convertirse en una oportunidad de conversión. La experiencia se anticipa y se comprime en menos pasos, pero también en menos fricciones.
Durante su presentación en mayo último, la compañía tecnológica explicó que esta funcionalidad está impulsada por Gemini AI y el Shopping Graph –el motor de datos de Google que conecta productos, marcas y precios en tiempo real–, permitiendo recomendaciones visuales, comparaciones automáticas y flujos de compra más dinámicos. La apuesta no es solo tecnológica: también responde al creciente interés por integrar la conversión en los momentos más orgánicos de navegación.
Empresas como Amazon, que ajusta sus recomendaciones en tiempo real; o Starbucks, que en algunos mercados permite pedidos predictivos, evidencian que las plataformas más ágiles están apostando por una integración cada vez más fluida entre búsqueda, decisión y acción. La interfaz deja de ser un paso entre el deseo y la compra, para convertirse en el espacio donde ambas ocurren al mismo tiempo.
Para las marcas, esta tendencia implica un rediseño del vínculo con el usuario. La experiencia omnicanal ahora requiere identificar cuáles son los momentos de intención latente y cómo facilitar la respuesta en ese preciso instante, en el entorno digital. La posibilidad de que una recomendación se convierta en una venta depende, cada vez más, de la capacidad para reducir los obstáculos y aumentar la relevancia contextual.
Además, según Reuters (2025), el gasto en publicidad vinculada a búsquedas con inteligencia artificial superará los 26 mil millones de dólares, en 2029, lo que confirma que los esfuerzos por integrar conversión y contexto no son marginales, sino estratégicos.
Esto no significa que los canales tradicionales -como tiendas físicas, puntos de venta o distribuidores- pierdan vigencia, sino que ahora se ven complementados por nuevas formas de interacción digital. La venta, en estos entornos, no se fuerza ni se anuncia. Se habilita de forma natural, en función del contexto. Hacerlo bien implica contar con criterios claros sobre diseño de experiencia, coherencia en el mensaje y flexibilidad en los puntos de contacto.
En este nuevo marco, donde el buscador se convierte en vitrina y el algoritmo en guía, vender antes del clic no es una exageración: es una señal de hacia dónde se está desplazando la iniciativa de compra, y anticiparse a ese cambio puede marcar la diferencia entre estar disponible y estar en el momento correcto.