Por Aldo Canchaya
Leí recientemente algo que me llamó la atención porque contrasta demasiado con la forma en la que nos desenvolvemos como sociedad, orientados al individualismo y el reconocimiento.
Existe un principio casi invisible que moldea el comportamiento de millones en Noruega y otros países escandinavos: Janteloven. La «Ley de Jante» es una filosofía no escrita que rige la interacción social, promoviendo la modestia y desalentando el autoelogio.
Este concepto aparentemente sencillo prioriza la colectividad sobre el lucimiento personal y construye una base de comunidad sólida.
El origen de esta ley se remonta a 1933, cuando el escritor danés Aksel Sandemose la plasmó en “Un fugitivo cruza su rastro”, una novela que luego se volvió un clásico de la literatura de esa región. En su relato, Sandemose habla de un pequeño pueblo donde sus habitantes siguen diez normas estrictas que promueven la humildad y la igualdad, como: «No creas que eres más importante que los demás», o «No creas que eres digno de ser admirado».
Lejos de ser una imposición, es una convención social que se ha transmitido de generación en generación, influyendo positivamente en la educación, trabajo y relaciones diarias.
No se trata de eliminar el talento o la ambición, sino de canalizarlos de una manera que beneficie al grupo, sin ostentación ni aires de superioridad.
Esta mentalidad tiene claras ventajas. Fomenta la igualdad, cohesión social y humildad. En un ambiente donde nadie se jacta de sus logros, se reduce la envidia y la competencia dañina, dando paso a una colaboración más genuina y efectiva.
Este enfoque constructivo asegura que todos se sientan valorados y que el trabajo en equipo prospere, creando un entorno de respeto mutuo y apoyo constante.
Al mantener a raya el ego individual, se facilita un ambiente donde las ideas fluyen libremente, el aprendizaje se comparte y los logros, grandes o pequeños, son celebrados por el entorno. Es un sistema que impulsa el bienestar colectivo, asegurando que cada miembro se sienta parte de algo más grande y significativo.
La Ley de Jante nos invita a reflexionar sobre el valor de la modestia en un mundo ruidoso y a investigar más sobre este enfoque para trasladarlo a las oficinas, nuestros equipos y vida personal. Es una lección poderosa y positiva para todos. Nos enseña la fortaleza de la comunidad y la belleza de la humildad. ¿Difícil de este lado del mundo porque históricamente estamos programados distintos? Sí. ¿Imposible romper nuestros patrones actuales? No.