Por: Giovanna Lucero, CEO de LOLOTEC.
La tecnología avanza a pasos agigantados y el fenómeno de la obsolescencia programada ha generado serias preocupaciones a nivel mundial. Este problema, en el que los dispositivos electrónicos pierden funcionalidad a propósito para fomentar el consumo constante de nuevos productos, no solo afecta nuestros bolsillos, sino que también contribuye a la acumulación masiva de residuos electrónicos que, a su vez, deterioran el medio ambiente.
Según las estadísticas, en 2022 Perú generó más de 220,000 toneladas de residuos electrónicos, posicionándose como uno de los mayores productores de basura electrónica de América Latina. Este volumen de desechos refleja una realidad global: la industria electrónica está diseñada para incentivar el reemplazo constante de productos. En este ciclo de consumo acelerado, la vida útil de dispositivos como smartphones y computadoras portátiles se ha reducido considerablemente, obligando a los consumidores a reemplazarlos con mayor frecuencia.
En este escenario, la alargascencia, surge como una solución esperanzadora. Este concepto, que fue acuñado en el 2015 por la ONG ecologista Amigos por la Tierra, promueve la extensión de la vida útil de los dispositivos mediante reparaciones, actualizaciones duraderas y diseños más accesibles, se presenta como una alternativa fundamental para frenar la creciente cantidad de residuos electrónicos. Al prolongar la vida útil de los productos, se puede reducir significativamente la cantidad de basura electrónica generada, además de contribuir a la disminución de las emisiones de CO₂, un factor clave para mitigar el cambio climático.
Uno de los datos más reveladores sobre este tema proviene de un estudio realizado en España, que mostró que duplicar la vida útil de dispositivos como móviles y portátiles podría evitar las emisiones de CO₂ equivalentes a las que generan 17,000 autos durante un año. Esta cifra subraya la relevancia ambiental de adoptar prácticas que fomenten la reparación y el alargamiento de la vida útil de los dispositivos.
Además, el cambio hacia la alargascencia está relacionado con el derecho a reparar. Aunque grandes compañías como Apple han comenzado a ofrecer reparaciones más accesibles, aún queda un largo camino por recorrer. Muchos dispositivos están diseñados para ser reemplazados rápidamente y no para ser reparados, lo que limita las opciones de los consumidores. Sin embargo, un 70% de los usuarios preferiría reparar sus dispositivos antes que reemplazarlos, si tuvieran acceso a servicios de reparación asequibles.
Algunos países, como los miembros de la Unión Europea, ya están implementando leyes como la Ley del Derecho a Reparar, que obliga a los fabricantes a garantizar la disponibilidad de piezas de repuesto y servicios de reparación durante más años. Este enfoque podría ser igualmente beneficioso para Perú, donde la adopción de políticas similares ayudaría a reducir la cantidad de residuos electrónicos y promovería una economía más circular.
El futuro de la sostenibilidad está estrechamente ligado a cómo decidimos relacionarnos con la tecnología. Al adoptar el concepto de alargascencia, la industria tecnológica tiene la oportunidad de transformar su modelo de negocio, apostando por la durabilidad, la reparación y la reutilización. Esto no solo resultaría en un mercado más sostenible, sino que también ofrecería un futuro más justo, accesible y ecológico.
El cambio está en nuestras manos: alargar la vida de nuestros productos no solo es posible, sino que es una responsabilidad urgente para salvar el planeta.