Por Ana María Araujo, Gerente de Gestión de Personas en SONDA.
La industria tecnológica ha sido, durante mucho tiempo, un sinónimo de innovación, un sector en constante cambio que ha transformado el mundo en el que vivimos. Pero hay un área en la que esta innovación aún no ha alcanzado todo su potencial: la diversidad de género. En América Latina, menos del 30% de la fuerza laboral en tecnología está conformada por mujeres según McKinsey & Company. Como profesional de gestión de personas en este sector, he sido testigo de las barreras que las mujeres enfrentan que, pese a los esfuerzos realizados, siguen limitando su progreso.
Aunque los desafíos que las mujeres enfrentan para prosperar aún son considerables no es una tarea imposible. A través de la generación de un entorno que facilite la sinergia entre la disciplina por el desarrollo de una carrera y la meritocracia, podemos igualar las mismas oportunidades de crecimiento.
Entonces, la pregunta más importante es: ¿Qué se necesita para que las mujeres “rompan la barrera” y trasciendan en la industria tecnológica?
En primer lugar, se debe identificar las estructuras sociales y culturales, que aún persisten en el colectivo social, como la idea de que la tecnología es un campo de hombres. Desde pequeñas, el mensaje recibido fue que la tecnología, la ciencia y la ingeniería son campos limitados “para ellas”. Aunque este prejuicio está cambiando poco a poco, en el aula y en el entorno profesional, donde cada vez hay más mujeres cursando estudios y carreras en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas); sin embargo, debemos seguir afianzándolo.
Por ello, el compromiso de las empresas es actuar como agentes de cambio en nuestros círculos de influencia e impulsar iniciativas para derribar las barreras internas que impidan el desarrollo de su trayectoria profesional. Estas iniciativas pueden tomar diversas formas como programas de mentoría dirigidos a mujeres en tecnología, cuyo propósito es empoderarlas para que se visualicen como líderes y dueñas de su carrera, un paso crucial para lograr el éxito. Esto es clave para cambiar una realidad como la que identificó IDC donde 54% de los hombres creen que tienen posibilidades de ser promovidos a roles de liderazgo, y que solo el 25% de las mujeres comparten esa confianza.
Otro cambio esencial está en el proceso de selección de talento. Debemos dedicar especial atención al potencial de cada candidata, asegurándonos de que se sientan valoradas y reconocidas por sus habilidades, méritos y talentos. Además, ofrecer capacitación constante para que puedan actualizarse y adaptarse a un sector tan dinámico como el tecnológico es otro aspecto crucial para su desarrollo.
El equilibrio entre la vida personal y profesional sigue siendo un desafío adicional. Como lo revela, un estudio de Deloitte, muchas mujeres sienten que pedir flexibilidad en el trabajo perjudica sus posibilidades de ascenso. El sistema debe adaptarse a las necesidades del talento, no al revés.
Estoy convencida de que invertir en talento femenino no es solo una cuestión de equidad, sino de inteligencia estratégica. Los equipos diversos en género son más innovadores, rentables y adaptables. Un estudio de McKinsey de 2023 de más de mil empresas de 23 países descubrió que las organizaciones del cuartil superior en cuanto a diversidad eran un 39% más rentables que las que tenían menos diversidad. En definitiva, las empresas que adoptan la inclusión de las mujeres en sus equipos tienen mayores posibilidades de éxito.