Por Aldo Canchaya
La miniserie Adolescencia de Netflix ha dejado claro que la forma de contar una historia puede ser tan importante como la historia misma.
El uso del plano secuencia en sus cuatro capítulos rompe barreras técnicas para ofrecer algo realmente memorable: inmersión total en la historia, una experiencia continua y envolvente, sensación de cercanía y más. Somos parte de la acción, al eliminar la distancia que los cortes de montaje suelen imponer.
Cada movimiento de cámara y cada transición de escena fluyen de manera natural, creando una sensación de inmediatez que intensifica la tensión dramática de la serie.
El desafío técnico de filmar de esta manera fue gigante.
Cada episodio de Adolescencia requirió una planificación meticulosa y una coordinación perfecta entre actores, equipo técnico y cámara.
Fueron meses de preparación y semanas de ensayo para sincronizar cada gesto y diálogo en una precisa coreografía.
Cualquier error en una escena requería reiniciar toda la grabación.
«Solo tienes que pulsar grabar y, una hora después, parar», explicó el director Barantini a un medio. “No hay edición, una vez que enciendes el motor de producción no puedes parar ni volver atrás».
Uno de los mayores logros se da al final del segundo episodio. La cámara sigue a una alumna hasta un semáforo con un plano amplio y, antes de que cruce la carretera, un equipo acopla la cámara a un dron y lo hace volar hasta la escena del asesinato, donde otro técnico espera para recuperar el dron con suavidad y hacer la transición a un primer plano del actor que se encuentra allí comenzando su escena.
Iluminación y escenografía jugaron un papel fundamental.
Debido a la falta de cortes, la iluminación debía ser precisa para seguir la acción sin interrumpir la fluidez visual. Por ello, este equipo fue clave para que la coreografía de diseño de escenarios y luz alcance un nivel dinámico impecable.
¿Cuántos intentos necesitó cada uno de los cuatro capítulos de Adolescencia?
En el primer capítulo la cámara sigue una redada policial, entra en una camioneta y nos muestra el interior de una comisaría. Todo esto se logró en la segunda toma del primer día de filmación.
El segundo episodio incluyó un vuelo de dron y casi cuatrocientos extras para presentar el caos de una escuela. Se necesitaron trece tomas.
El tercer episodio era al parecer el más sencillo técnicamente. Se logró en once intentos.
El cuarto y último capítulo incluyó dos viajes en camioneta y una gran secuencia con extras en el interior y exterior de una tienda. Necesitó dieciséis intentos.