Por mucho tiempo, el storytelling fue la piedra angular de las estrategias de marketing. Las marcas más exitosas sabían que, para captar la atención de las personas, necesitaban contar historias capaces de emocionar, inspirar o provocar identificación. Pero los tiempos han cambiado. Hoy, los consumidores -sobre todo los más jóvenes- ya no solo escuchan lo que las marcas dicen, sino que observan con atención lo que hacen. Y en esa observación constante, buscan coherencia, autenticidad y compromiso.
Así nace el concepto de storydoing, una evolución natural del storytelling que responde a un consumidor más consciente, más informado y más exigente. El storydoing implica que las marcas no solo comuniquen sus valores, sino que los vivan y los pongan en acción. Se trata de construir relatos a partir de hechos, no de promesas; de generar experiencias significativas, no solo mensajes persuasivos.
El impacto del storydoing es profundo. En términos de reputación, genera una percepción de mayor credibilidad y compromiso. En términos comerciales, fomenta la lealtad de los clientes, que hoy valoran más que nunca el propósito y la responsabilidad social. Pero también tiene un efecto positivo dentro de las organizaciones: los equipos se sienten parte de un proyecto con sentido, lo que fortalece la cultura corporativa y eleva la motivación.
Lo interesante del storydoing es que no necesita acciones grandilocuentes; puede empezar con decisiones pequeñas pero consistentes: eliminar materiales innecesarios, revisar la cadena de suministro para asegurar buenas prácticas laborales y ambientales, implementar programas de desarrollo para jóvenes o apostar por campañas que visibilicen causas sociales relevantes. La clave está en que esas acciones respondan a un propósito genuino, no a una moda.
Hoy, las marcas que predican con el ejemplo son las que hacen la diferencia. Aquellas que entienden que el consumidor ya no busca solo calidad o conveniencia, sino también valores alineados con los suyos. Aquellas que no solo prometen un cambio, sino que lo lideran con hechos concretos.
En este nuevo paradigma, el storytelling sigue siendo útil, pero se vuelve más potente cuando es respaldado por el storydoing. Porque contar historias puede inspirar, pero vivirlas puede transformar. Y esa es la verdadera oportunidad para las marcas que quieren dejar huella.