Por: Candy Risco
Durante años, la palabra viral se convirtió en el santo grial de las redes sociales. Marcas, creadores y empresas persiguen ese pico de likes, comentarios y visualizaciones como si fuera la meta final. Sin embargo, siempre vale la pena preguntarse: ¿realmente vale la pena intentar hacerse viral?
La viralidad no es una estrategia, es una consecuencia
Uno de los errores más comunes que veo es confundir viralidad con estrategia. La viralidad no se puede planificar con exactitud, puedes aumentar probabilidades, sí, pero no controlarla. Cuando una marca o creador se obsesiona con “quiero hacerme viral”, suele caer en dos trampas:
- Contenido vacío, diseñado solo para llamar la atención.
- Tendencias forzadas que no tienen relación con su mensaje o negocio.
La viralidad es una consecuencia de hacer algo bien en el momento correcto, no un plan sostenible por sí mismo.
El problema de volverse viral sin un objetivo claro
Hacerse viral puede traer miles de seguidores en pocos días, pero tener alcance no es igual a tener impacto. He visto cuentas crecer de forma explosiva y desaparecer igual de rápido. ¿Por qué? La audiencia no entiende qué hace esa cuenta, no hay una propuesta de valor clara.
Si no sabes qué quieres que pase después de la viralidad (ventas, leads, posicionamiento, autoridad, comunidad), el pico de atención se desperdicia.
¿Cuándo vale la pena buscar viralidad?
Intentar hacerse viral sí puede tener sentido en ciertos contextos:
- Lanzamientos. Cuando lanzas un producto, evento o campaña puntual, la viralidad puede acelerar el alcance y generar conversación.
- Awareness de marca. Si el objetivo es que más personas conozcan una marca nueva, la viralidad ayuda a romper el hielo inicial.
- Mensajes culturales o sociales. Ideas que conectan con emociones colectivas, debates o momentos culturales suelen amplificarse rápido y generar recordación.
Pero incluso en estos casos, la viralidad debe estar alineada al mensaje, no ser solo ruido.
El contenido que convierte rara vez es viral
El contenido que más vende, educa o posiciona no suele ser el más viral. Los contenidos que generan confianza, autoridad, conversaciones reales y decisiones de compra suelen crecer de forma más lenta, pero constante. Y eso, a largo plazo, es mucho más valioso.
Una comunidad pequeña, pero bien construida, convierte más que una audiencia masiva que solo te vio una vez.
La obsesión por los números mata la consistencia
Cuando el foco está solo en likes, vistas o seguidores, sueles perder la constancia. Un post no funciona y se siente como un fracaso, otro explota y se intenta copiar la fórmula hasta el cansancio.
Las redes no se construyen a base de golpes de suerte, sino de repetición inteligente:
- Mensajes claros
- Temas consistentes
- Audiencia bien definida
La viralidad puede llegar en el camino, pero no debería dictar la estrategia.
Entonces, ¿qué debería buscar en lugar de viralidad?
Más que viralidad, deberías enfocarte en:
- Relevancia: que tu contenido importe a quien te sigue.
- Claridad: que se entienda qué haces y para quién.
- Confianza: que tu audiencia te perciba como alguien confiable.
- Sostenibilidad: poder mantener el ritmo sin depender de un “golpe viral”.
Las marcas y creadores que hoy lideran su industria no crecieron solo por un video viral, sino por años de contenido coherente.
¿Vale la pena intentar hacerse viral en redes sociales?
No como objetivo principal, ya que la viralidad puede acelerar resultados, pero no sostiene una estrategia por sí sola. Incluso sin volverse viral, si estás construyendo autoridad, comunidad y oportunidades reales, vas por el camino correcto.




































