Por Aldo Canchaya
Seguro has jugado este divertido juego de cartas, pero ¿sabes cómo se originó? y lo más loco, ¿cómo puede relacionarse con la publicidad?
En 1971, Merle Robbins, un peluquero de Ohio, creó UNO en la mesa de su cocina para resolver una discusión familiar sobre las reglas de otro juego de cartas. No tenía ni idea de que lo que estaba a punto de llegar a su vida. Su invención se convirtió en un fenómeno global.
Invirtió 8,000 dólares para imprimir las primeras 5,000 copias y comenzó a venderlas en su barbería. El juego fue creciendo en popularidad rápidamente, lo que llevó a Robbins a vender los derechos a una empresa llamada International Games por aproximadamente 50,000 dólares, más un porcentaje por cada juego vendido ¡Bingo!
Con el tiempo, UNO se convirtió en un éxito de ventas, y en 1992, la empresa Mattel adquirió los derechos, llevándolo a una audiencia global. Hoy se producen más de mil millones de tarjetas anualmente, está traducido a múltiples idiomas, tiene versiones temáticas y digitales, y es uno de los juegos de cartas más vendidos en el mundo.
UNO se basa en reglas simples, colores brillantes y una dinámica que mezcla suerte, estrategia y un poco de malicia. Cada partida tiene giros inesperados: una carta +4 que desata risas o conflictos, un cambio de sentido que altera toda la estrategia, etc.
¿Qué podemos tomar de este juego para linkearlo a nuestra industria?
La publicidad, como el juego UNO, tiene que ser sencilla de entender, rápida para captar la atención y lo suficientemente ingeniosa para generar una reacción emocional.
No podemos dormirnos jamás en nuestros éxitos, debemos estar atentos al entorno porque puede llegar algo inesperado que le dé vuelta a nuestra situación en solo segundos.
Tanto en el juego como en la publicidad, el objetivo final es el mismo: conectar con las personas. UNO lo hace a través de la diversión compartida; la publicidad, mediante mensajes que apelan a emociones, deseos o necesidades. Ambos requieren leer bien al «oponente»: en UNO, para anticipar sus jugadas; en publicidad, para entender al consumidor.
Así, UNO no solo es un juego: es también una metáfora útil para entender la lógica detrás de una buena estrategia publicitaria. Porque al final, ganar en ambos campos no depende solo de tener buenas cartas, sino de saber cuándo y cómo jugarlas.