Por: Eduardo Venegas, gerente corporativo de Comunicación y Sostenibilidad de ISM
El agua es responsable de casi el 60 % de las actividades económicas a nivel mundial. Y es que el agua es el eje de la vida y, al mismo tiempo, un recurso finito que enfrenta crecientes amenazas debido al cambio climático, la contaminación y el uso ineficiente.
En el Día Mundial del Agua, es imperativo reflexionar sobre cómo el sector empresarial puede asumir un papel activo en la preservación de este recurso esencial. No se trata solo de una responsabilidad ética, sino de una necesidad estratégica: según el Foro Económico Mundial, el agua sustenta casi el 60 % de las actividades económicas globales. En este contexto, la gestión eficiente del agua no solo garantiza la continuidad de los negocios, sino que también abre nuevas oportunidades para la innovación y el desarrollo sostenible.
El acceso al agua segura y su adecuada gestión son factores determinantes en la productividad de las empresas, la seguridad alimentaria y el bienestar social. UNICEF advierte que la crisis hídrica es uno de los mayores obstáculos para el desarrollo sostenible, afectando el acceso a alimentos, energía y servicios de salud. La inversión en infraestructura hídrica y en tecnologías eficientes no solo reduce costos operativos, sino que genera beneficios económicos a largo plazo.
Además, los consumidores están cada vez más conscientes de la importancia de la sostenibilidad. La encuesta Voice of the Consumer 2024 de PWC reveló que las personas están dispuestas a pagar hasta un 9,7 % más por productos sostenibles. Esto plantea un reto y una oportunidad para las empresas: integrar prácticas responsables en su cadena de valor no solo fortalece su reputación, sino que también responde a una demanda creciente del mercado.
Para avanzar hacia un modelo de gestión eficiente, las empresas deben adoptar estrategias de economía circular, donde el agua sea reutilizada y aprovechada al máximo. En lugar de un enfoque lineal de “extraer, utilizar y desechar”, es fundamental implementar sistemas que permitan el reciclaje y la reutilización del agua dentro de los procesos productivos, contribuyendo no solo a mitigar el impacto ambiental, sino que a adoptar un modelo de sostenibilidad económica a lo largo de toda la operación.
Las innovaciones tecnológicas juegan un papel clave en esta transición. La automatización de líneas de producción, el uso de sensores inteligentes para monitorear el consumo y la implementación de sistemas de tratamiento y recirculación de agua son solo algunas de las estrategias que están marcando la diferencia en industrias de todo el mundo.
Sin embargo, las soluciones tecnológicas por sí solas no son suficientes. La educación y la sensibilización son pilares esenciales para garantizar una gestión hídrica sostenible a largo plazo. Un cambio cultural dentro de las organizaciones y en la sociedad en general es clave para lograr un uso más consciente del agua.
Desde programas de capacitación para colaboradores hasta campañas de sensibilización dirigidas a comunidades, cada acción suma en la construcción de una mentalidad de cuidado del agua. Es fundamental que las empresas asuman un rol de liderazgo en este aspecto, promoviendo iniciativas que trasciendan sus operaciones y generen un impacto positivo en su entorno.
Por ejemplo, desde ISM hemos logrado reducir en un 10 % su consumo de agua y energía mediante la automatización de sus procesos productivos. Además, hemos impulsado la capacitación de más de 1000 colaboradores al año en nuestras plantas de Huaura y Arequipa en temas de gestión responsable del agua, alineados a nuestro compromiso con la sostenibilidad como un eje fundamental para construir juntos un futuro próspero.
No cabe duda en que la industria puede y tiene que ser parte de la solución. Las empresas que adoptan una gestión eficiente del agua no solo contribuyen a la preservación del recurso, sino que también fortalecen su competitividad, reduciendo costos y mejorando su reputación frente a consumidores y socios estratégicos.
El Día Mundial del Agua nos recuerda que la responsabilidad de preservar este recurso es compartida. Es fundamental que los diversos agentes sociales y la sociedad civil trabajemos de la mano en sinergia para garantizar un futuro en el que el agua siga siendo accesible para todos.
Además, el sector privado tiene el poder y la capacidad de impulsar un cambio significativo mediante la implementación de tecnologías innovadoras, la promoción de una economía circular y la inversión en educación y sensibilización. No es solo una cuestión de responsabilidad social, sino de visión de negocio: las compañías que integren la sostenibilidad en su ADN construirán un mundo mejor, en el que estarán mejor posicionadas para afrontar los desafíos del futuro.
El agua no es un recurso infinito, pero sí una oportunidad infinita para generar impacto positivo. ¿Estamos listos para asumir el reto?