Por Aldo Canchaya
Espero hayas visto esta serie y si aún no la ves, te la recomiendo. The Bear no solo te sumerge en una montaña rusa de emociones, también permite tomar profundas lecciones sobre liderazgo, branding, experiencia del usuario y cultura organizacional.
Aunque se trata de una historia enfocada en la transformación de un restaurante, los paralelismos con el mundo de la publicidad y el marketing son evidentes y quisiera recopilar algunos en esta columna.
Quizás la enseñanza más poderosa de The Bear es el valor del propósito. Claro y auténtico.
Carmy, el protagonista, vuelve a Chicago tras una exitosa carrera en la alta cocina. No quiere simplemente salvar un restaurante, quiere transformar una experiencia. Como marcas, a veces nos perdemos en métricas de corto plazo y olvidamos que las audiencias se conectan con causas, emociones y visiones auténticas. ¿Por qué existe tu marca? ¿A qué aspira? Esa claridad mueve montañas.
El enfoque en la experiencia del cliente.
Cada plato, cada interacción, cada decisión en el restaurante se convierte en una oportunidad para crear una experiencia significativa. En marketing, esto se traduce en cuidar cada punto de contacto: desde una campaña digital hasta el diseño de un empaque o el tono de una atención postventa. Todo comunica. Todo importa.
La importancia de la cultura interna.
La serie nos muestra que no se puede construir nada duradero si el equipo no está alineado, motivado y empoderado. En marketing, solemos pensar hacia afuera, pero las mejores campañas nacen de marcas con una cultura fuerte, que primero convencen a su gente antes que al consumidor.
La serie también pone el foco en la gestión del caos creativo, algo muy familiar para quienes trabajamos en agencias o departamentos de marketing.
The Bear no idealiza la presión ni el estrés, pero sí muestra cómo el compromiso, la pasión y el respeto mutuo pueden transformar un equipo disfuncional en una cocina que funciona como un reloj. En un entorno donde las campañas tienen tiempos apretados y cambios constantes, esta es una lección vital.
El poder de contar historias.
Lo que hace que nos quedemos con la serie no son solo sus escenas frenéticas, sino los silencios, los traumas, los vínculos rotos que se intentan reparar. Como creativos, no deberíamos tener miedo de ser vulnerables o reales. Es ahí donde ocurre la conexión verdadera.
Porque al final del día, tanto en la cocina como en la publicidad, no se trata solo de hacer algo bonito o funcional. Se trata de hacer que a alguien, del otro lado, le importe.
La importancia de la música.
La diferentes canciones nos transmiten caos y urgencia emocional, pasión, esfuerzo real, el valor de lo auténtico, intimidad y crudeza. La música en esta serie no acompaña sino que forma parte de las historias que se cuentan.
Finalmente, The Bear nos recuerda que la verdadera transformación requiere paciencia, liderazgo empático y obsesión por la mejora continua.
No basta con tener talento o grandes ideas; hay que ejecutar con excelencia, escuchar activamente, corregir rápido y aprender siempre. Porque así como un restaurante puede convertirse en un símbolo de comunidad y excelencia, una marca bien construida puede dejar huella mucho más allá de una venta.