Durante años, el ecosistema digital ha girado en torno a una sola premisa: captar la mayor cantidad posible de clics, vistas y seguidores. La lógica del “todo gratis” -contenidos, plataformas, aplicaciones- permitió escalar audiencias y recopilar datos, pero también generó un entorno saturado y cada vez menos sostenible. Hoy, las plataformas y las marcas enfrentan un dilema inevitable: seguir compitiendo por volumen o empezar a construir valor basado en confianza y diferenciación.
Un reciente análisis de Kellogg School of Management advierte que el modelo gratuito, aunque efectivo para atraer usuarios, erosiona la percepción de valor cuando la relación entre marca y consumidor se reduce al intercambio de atención por publicidad. Las suscripciones, los contenidos premium y los servicios personalizados no solo buscan nuevas fuentes de ingreso, sino reconfigurar la relación con un usuario más selectivo, dispuesto a pagar solo cuando percibe propósito, calidad y seguridad en el manejo de su información.
Competir con productos o servicios gratuitos obliga a las empresas a redefinir su propuesta de valor más allá del precio, de acuerdo con Harvard Business Review. En un entorno donde la atención se ha convertido en un recurso escaso, las marcas que logran convertir esa atención en confianza (mediante transparencia, coherencia y experiencias relevantes) son las que consolidan relaciones duraderas. La data ya no es un fin en sí mismo: es el medio para comprender mejor al cliente y ofrecerle algo más significativo que una oferta inmediata.
Las cifras respaldan este giro. Según Statista, el gasto global en medios y entretenimiento digitales sería de más de 3 billones de dólares hacia el cierre del 2025, impulsado por modelos híbridos que combinan acceso gratuito con versiones premium. PwC, por su parte, anticipa que la próxima ola de crecimiento en este sector no dependerá del volumen de usuarios, sino de la capacidad para generar ecosistemas de confianza: entornos donde el consumidor sepa que su atención tiene un valor real y que las marcas están dispuestas a corresponder con responsabilidad.
El desafío no es menor. En un mercado donde la inmediatez dicta las reglas, las empresas que logren construir relaciones sostenibles (basadas en respeto, privacidad y propósito) serán las que marquen la diferencia. Competir por clics puede ofrecer visibilidad, pero construir confianza es lo que asegura permanencia; y en la economía de la atención, esa es la moneda que realmente importa.


































