Por: Chanel Serpa, Country Manager de Bigbox Perú
En nuestro país, la gastronomía no es solo “comida”. Es identidad, emoción, cultura y orgullo en cada bocado. Por naturaleza somos exigentes con la buena comida, porque en cada rincón del país encontramos propuestas interesantes para todos los gustos y bolsillos, inclusive en nuestras casas.
Hoy el consumidor peruano quiere más que sabor: busca autenticidad, ese toque único que hace que un restaurante sea diferente y cercanía. Quiere sorpresa en un plato tradicional, una historia detrás del menú y un servicio que lo haga sentir especial.
Valora esa chispa propia que distingue a cada restaurante, incluso si ofrecen el mismo tipo de cocina. Y, claro, para los peruanos es fundamental la buena relación calidad-precio, sin sacrificar la atención y un servicio memorable.
Entonces, la pregunta es qué está en tendencia y, si trabajo en el rubro, cómo atraigo al público peruano. Hoy las experiencias inmersivas ganan terreno: cenas a ciegas, pop-ups en lugares inesperados o restaurantes que renuevan la cocina peruana sin perder la tradición, los locales que te ofrecen cada día algo nuevo. Además, crece la demanda por propuestas sostenibles y locales, con chefs que rescatan insumos ancestrales y técnicas olvidadas.
¿Cómo lograr que un comensal perciba esa calidad y autenticidad antes de cruzar la puerta? Aquí el marketing tiene un rol clave: contar la historia del chef, el origen de los insumos, el propósito de cada plato, a través de contenidos audiovisuales emotivos y auténticos que den ganas de atravesar la pantalla.
No hay mejor embajador de un restaurante que un chef cercano, que no solo dirige y cocina, sino que recibe, cuenta su visión y pregunta cómo fue la experiencia. Así el comensal no solo consume comida: consume una historia. Esta experiencia nos da felicidad como clientes.
No basta con un buen branding o una estética cuidada. Si prometes una cena maridaje exclusiva —esa experiencia donde cada plato se acompaña con el vino perfecto—, toda la vivencia debe estar alineada. El ambiente, el relato detrás de cada vino, la interacción con el sommelier… todo debe contar una narrativa. El consumidor peruano no se conforma: quiere vivir lo que se le prometió.
El marketing gastronómico no es solo vender un plato. Es crear una historia que se pueda sentir, saborear y contar. También importa la validación social: las reseñas, los comentarios, la difusión por influencers reconocidos y reconocimiento de chefs, juegan un papel clave para generar confianza y cumplir promesas con los consumidores.
No podemos dejar de dar las gracias a todos los chefs, dueños, equipos de cocina y servicio, productores locales y a cada persona que pone el corazón día a día para que nuestra gastronomía brille dentro y fuera del país. ¡Gracias de verdad!