Por: Grecia Sedan, Marketing Manager de L1MAX.
El fútbol en el Perú siempre ha sido sinónimo de pasión y pertenencia. Sin embargo, esa pasión se ha concentrado, históricamente, en un espacio reducido: los 90 minutos de partido. Hasta hace no mucho tiempo, ir al estadio o prender la televisión era suficiente para muchos, pero el avance de la tecnología y la multiplicidad de estímulos a los que todos estamos expuestos reducen nuestra atención, y hacen que la expectativa y demanda del hincha sea mayor. El comportamiento frente al consumo de contenidos ha cambiado y ha hecho que quienes los producen deban plantearse ¿cómo ofrecer experiencias que realmente generen una conexión de alta calidad, genuina y profunda con el deporte que los hinchas aman?
Lo cierto es que, por primera vez, en nuestro país comienzan a verse respuestas claras a esa pregunta. La industria del fútbol peruano está dando pasos importantes hacia una nueva forma de vivir el deporte: una en la que la emoción no termina con el pitazo final, sino que se extiende a lo largo de la semana, a través de contenidos y experiencias diseñadas para mantener viva la conexión con el hincha. Se trata de un cambio profundo, impulsado por una generación que ya no solo quiere ser un mero espectador de fútbol, sino sentirse parte de él.
Según Kantar IBOPE, el consumo de contenidos deportivos digitales en el Perú creció más de 35 % en 2024. El hincha mantiene una fuerte lealtad al fútbol local -más del 88 % sigue el campeonato nacional-, pero su forma de disfrutarlo ha cambiado. Aunque la televisión sigue siendo relevante para cerca del 64 % de fanáticos, las nuevas generaciones buscan vivir el fútbol en múltiples vías y en cualquier momento del día.
Hoy, la experiencia del fanático se define por la inmersión. Ya no basta con una cámara y un relato tradicional: el hincha busca producciones con ángulos inéditos, datos en tiempo real y narrativas que lo hagan sentir parte del juego. Por primera vez, el fútbol peruano está viviendo este proceso y ha alcanzado estándares comparables a los de las grandes ligas: transmisiones con hasta 19 cámaras, análisis apoyado en inteligencia artificial y gráficos dinámicos que enriquecen la experiencia. Nunca antes se había visto una cobertura tan completa y cercana.
A ello se suma la necesidad de continuidad. El fútbol se vive día a día, no se limita al fin de semana. Es así que el espectador busca contenidos que no sólo prolonguen la experiencia, sino que le permitan entender con mayor detalle cada aspecto de lo sucedido en el juego y hasta anticipar las posibilidades de los próximos encuentros como un experto más a través de entrevistas exclusivas, programas de análisis y espacios de conversación que lo mantengan conectado con su equipo. Lo que antes era un evento aislado, hoy se convierte en una experiencia constante que acompaña la rutina diaria.
El sentido de comunidad también ha cobrado fuerza. La digitalización permite que la pasión se comparta y trascienda la pantalla. Activaciones y producciones centradas en los clubes y sus hinchas han convertido cada punto de encuentro, físico o virtual, en una extensión del estadio. El fútbol se vive hoy como un espacio de identidad colectiva, donde el hincha no solo consume contenido, sino que participa, opina y crea.
Otro eje fundamental es la accesibilidad. El fanático valora poder elegir dónde y cómo vivir su experiencia, la famosa “multiplataforma”. En el caso de L1MAX, canal oficial de la liga peruana, la transmisión del campeonato se ha extendido a más de 40 aliados entre cableoperadores, telcos y plataformas digitales, ampliando la cobertura nacional y democratizando el acceso al espectáculo. Por primera vez, el hincha peruano puede decidir cómo seguir el torneo, desde cualquier pantalla y sin barreras.
Lo interesante es que esta evolución también abre oportunidades para las marcas. Los contenidos deportivos concentran altos niveles de atención y engagement, y se consolidan como espacios de conexión emocional con las audiencias. Asociarse a estas experiencias no solo ofrece alcance, sino también relevancia: se trata de formar parte de una conversación cultural viva, donde la emoción del fútbol se mezcla con las nuevas formas de consumo.
En el Perú, este proceso tiene un matiz especial. La costumbre de reducir el fútbol a los 90 minutos todavía pesa, pero propuestas como L1MAX están cambiando las reglas del juego y escuchando al hincha. Su demanda está empujando a la industria a adaptarse, entendiendo que el fanático de hoy se comporta más como un consumidor cultural que como un simple espectador.
Ese es, quizás, el gran reto: construir y ofrecer una experiencia en la que el fútbol dialogue con la cultura digital, que no solo consiste en emitir los partidos, sino que genera una vivencia inmersiva, continua, colectiva y accesible. El hincha peruano ya sabe que esto es posible y está listo y dispuesto a disfrutar al máximo cada detalle, en cada conversación y en todas las pantallas, todos los días. El deseo de vivir la mejor experiencia llegó para quedarse.


































