A fin de mes, muchos sienten que el sueldo se esfumó sin dejar rastro. Y lo entiendo. A veces parece que el dinero desaparece entre cuentas por pagar, salidas improvisadas y gastos que, aunque pequeños, se acumulan. Pero gestionar bien nuestras finanzas personales no tiene que ser complicado. Con una estrategia clara, se puede ahorrar, reducir deudas y empezar a construir un fondo que nos dé tranquilidad.
Una buena costumbre que siempre recomiendo es revisar tus finanzas justo cuando termina el mes. Es el momento perfecto para hacer una pausa, ver con claridad en qué gastaste, cuánto ganaste y qué decisiones puedes tomar para mejorar. No se trata de restringirte al extremo, sino de entender tu flujo de dinero para tener el control.
Lo primero que suelo hacer es dividir mentalmente mi ingreso en partes. Hay una porción que va a mis necesidades básicas, otra a gustos personales, otra más al ahorro y una parte importante se destina al pago de deudas. Tener esta estructura en mente me ayuda a no gastar sin rumbo. A muchas personas les funciona pensar en porcentajes. No tienen que ser exactos, pero sí consistentes, para que el dinero no se convierta en una fuente constante de estrés.
También me enfoco en guardar parte de mi dinero en una cuenta de ahorro con buen rendimiento. Hoy en día, en el Perú, hay opciones que ofrecen intereses bastante atractivos, entre 6% y 7%. Eso, con el tiempo, marca una diferencia. Claro, siempre elijo entidades reguladas por la SBS, y me aseguro de que el dinero esté protegido por el Fondo de Seguro de Depósito. Así no solo ahorro, también genero rentabilidad sin asumir riesgos innecesarios.
Otra pieza clave de cualquier estrategia financiera es tener un fondo de emergencia. Nunca sabemos cuándo llegará una enfermedad, una pérdida de trabajo o una reparación costosa. Para eso sirve este fondo: para darte seguridad cuando las cosas se salen de control. Lo ideal es que cubra al menos tres meses de tus gastos esenciales y que esté guardado en una cuenta de fácil acceso y sin riesgo.
En cuanto a las deudas, creo que todos podemos enfrentarlas con un poco de orden. No se trata solo de pagar por pagar, sino de hacerlo con inteligencia. A veces conviene enfocarse primero en las deudas más caras, las que cobran más intereses. En otros casos, es mejor empezar por las más pequeñas para tomar impulso. Lo importante es avanzar, aunque sea poco a poco, y no quedarse estancado.
Y si al cerrar el mes queda un excedente después de haber ahorrado y pagado tus deudas, ese dinero debe ponerse a trabajar. Invertir es una forma de seguir creciendo. Puede ser en la bolsa, en un fondo mutuo, en algún emprendimiento propio o incluso en criptomonedas, si es que conoces bien ese mercado. No hay una fórmula mágica, pero sí principios básicos: informarse, diversificar y tener paciencia.
En resumen, no hay que esperar a tener un gran sueldo para empezar a ordenar tus finanzas. Se trata de tomar decisiones conscientes, una tras otra, hasta que se vuelvan hábito. Revisar tus números al cierre de cada mes puede parecer un detalle menor, pero en el tiempo, marca la diferencia entre vivir con preocupación o con libertad financiera.