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Por: Chanel Serpa, Country Manager de Bigbox Perú
Si lideras un equipo de marketing o de comunicaciones, seguramente has pensado alguna vez: “Quiero que ese influencer hable de mi marca”. Uno ve el espectacular número de seguidores, el feed cuidadosamente curado, la consistencia en la calidad del contenido, el look & feel impecable… y claro, uno se emociona.
Pero en el mundo de las experiencias, no basta con métricas altas ni con que todo se vea bonito (aunque sin duda es importante). El marketing de influencers, como cualquier otro canal, debe emocionar. También tiene que sentirse auténtico y tocar fibra.
Todo comienza por aquí: los objetivos. ¿Buscas visibilidad, ventas o conexión? Según eso, defines el perfil ideal. Un microinfluencer puede tener una comunidad pequeña pero muy comprometida y con un alto nivel de interacción, mientras que un macroinfluencer puede ayudarte a amplificar el mensaje. Pero más allá de los números, es clave que el perfil esté alineado con el tipo de producto o experiencia que vas a ofrecer.
Además, hay que recordar que esto es una inversión de tiempo y dinero: definir presupuesto, KPIs y pensar en lo que vendrá después. ¿Podría esa persona convertirse en embajadora de tu marca? ¿Volvería a vivir la experiencia por iniciativa propia? ¿Seguiría hablándole a su comunidad de ti, aunque no se lo pidas?
Hoy, las marcas venden formas de vivir, no solo productos o servicios. Por eso, los influencers bien elegidos son aliados clave para conectar desde lo emocional, compartiendo experiencias. Así se construyen comunidades que conectan, confían y regresan.
El influencer correcto tiene que compartir los valores de tu marca, conectar con tu audiencia y hablar desde su experiencia. Debe ser creíble, natural y coherente, sin que parezca un guion robótico. Porque si la relación no es real, se nota. Las personas ya saben cuándo algo es una recomendación sincera y cuándo es solo publicidad. El reto está en lograr que se sienta tan auténtico como contarle a un amigo: “¡Fui a una cata de vinos alucinante, deberías ir tú también!” o “¡Descubrí un restaurante buenísimo!”.
Por eso, fidelizar a un influencer va mucho más allá de una campaña puntual. Se trata de construir una relación de confianza y beneficiosa para ambas partes: escucharlos activamente, ofrecerles experiencias memorables, involucrarlos de manera constante y reconocer su aporte. Cuando se sienten parte de tu marca, no solo repiten; se convierten en aliados.
La recomendación más valiosa no se compra: se construye.