El turismo mundial atraviesa un momento decisivo. Durante décadas, la competitividad hotelera se midió en estrellas, metros cuadrados y servicios exclusivos. Hoy, esas métricas ya no bastan. El viajero actual exige coherencia: quiere saber de dónde vienen los alimentos que consume, cómo se gestiona el agua, qué trato reciben las comunidades cercanas y qué se hace para preservar la cultura local. Según el Sustainable Travel Report 2024 de Booking, la sostenibilidad redefine el lujo y marca un nuevo estándar para la industria.
Un viajero cada vez más consciente
El perfil del turista contemporáneo está mejor informado y es más exigente. Según el mismo reporte de Booking 2024, muestra que el 76% de los viajeros planea viajar de manera más sostenible y que un 43% estaría dispuesto a pagar más por opciones responsables. Esto confirma que las experiencias buscadas hoy combinan descanso con impacto positivo: el viajero quiere disfrutar, pero también sentir que su visita contribuye al cuidado del entorno y la preservación de la identidad cultural.
Prácticas que inspiran en cada destino
En diversos destinos del Perú ya se observa esta transformación. Algunos hoteles han integrado tecnologías de ahorro energético y, al mismo tiempo, crean espacios para artesanos locales. Por ejemplo, existen cadenas de hoteles en las que destacan iniciativas como el uso responsable del agua y la contratación prioritaria de personal de la zona, impulsando la economía regional. A ello se suman biohuertos orgánicos, sistemas para eliminar plásticos de un solo uso y programas de apoyo en salud. Estas acciones muestran cómo la hotelería puede ser un motor de bienestar compartido.
De forma similar, Inkaterra ha convertido la conservación en parte de su propuesta de valor: sus propiedades han permitido registrar más de 900 especies de flora y fauna en el entorno, demostrando que la industria puede ir más allá del alojamiento (Inkaterra Asociación, Conservación y Biodiversidad, 2023).
Bienestar que transforma
En un mundo acelerado, donde la productividad suele imponerse al descanso, la hospitalidad adquiere un nuevo rol: ofrecer espacios y experiencias que faciliten la desconexión, reduzcan el estrés y promuevan la salud mental. El Global Wellness Economy Report señala que el turismo de bienestar mueve más de 900 mil millones de dólares y crece casi al doble que el turismo convencional. Esto refuerza la tendencia: programas de relajación, prácticas de bienestar integral y entornos diseñados para favorecer la calma ya no son un lujo, sino una necesidad.
Impacto más allá de las estadías
La responsabilidad social amplía el alcance de la hotelería. Existen ejemplos de programas que fortalecen la seguridad alimentaria en alianza con ONG, así como iniciativas que convierten estadías pet friendly en oportunidades de apoyo a refugios de animales. Tal como lo plantea la Organización Mundial del Turismo (OMT, Tourism and Sustainability Report, 2023), el turismo debe asumir un rol de regeneración económica, social y ambiental en cada destino.
Hoy en día, la cultura y la responsabilidad ambiental ya no son caminos paralelos, sino dimensiones inseparables. La sostenibilidad dejó de ser un valor agregado: es el eje que marca el rumbo de la hotelería. En este horizonte, el verdadero lujo será aquel capaz de equilibrar el bienestar humano, el respeto cultural y el cuidado del entorno. Y quienes lo entiendan no solo ganarán huéspedes, sino relevancia en un mundo que exige transformarse.



































