Seamos honestos por un minuto. Todos queremos sentirnos indispensables en algún momento. Nos gusta ser quien tiene la última palabra, el «solucionador«, el héroe que apaga el incendio a las 5:55 p.m.
Pero te lanzo una pregunta incómoda: Si mañana te tuvieras que desconectar una semana entera, sin teléfono ni correo… ¿Tu equipo se paraliza o toma la batuta?
Si la respuesta te genera ansiedad, tenemos que hablar. Porque el verdadero liderazgo no se trata de cuántas decisiones tomas tú, sino de cuántas decisiones acertadas toma tu equipo cuando tú no estás en la oficina.
Algo que veo continuamente en amigos y conocidos que lideran equipos es que, sin darse cuenta, caen en la trampa del micromanagement disfrazado de «apoyo». Crean equipos dependientes que, ante su ausencia, entran en «modo pausa» esperando instrucciones.
El objetivo no es que «luchen por ti» como persona, sino que luchen por la visión compartida con la confianza que les has dado. Si tu equipo solo funciona cuando tú estás presente, no estás liderando; estás pastoreando.
En mi caso, siempre tuve clara mi intención de formar un equipo sólido, pero independiente de mí. ¿Hay riesgos? Sí. A veces no hacen las cosas exactamente como tú las harías. Pero nos cuesta soltar por miedo a los errores… y seamos sinceros, ¿qué sería la vida (y el aprendizaje) sin ellos?
Para mí, WWIN Planners, la productora de eventos que dirijo, ha sido mi gran escuela.
¿Qué no pasa en una producción en vivo y de cara al cliente? Pasan millones de cosas. Pero si no hubiera invertido tiempo en empoderar a mi equipo, la vida no me daría para estar en cada proyecto. Hoy puedo cerrar la puerta y salir con total confianza, porque sé que dentro hay personas capaces de tomar decisiones.
¡Resolver es mi palabra favorita! Por eso, aquí te cuento mi tres claves de cómo pasé de la dependencia a un equipo autónomo que «toma la batuta».
- Dales la brújula, no el mapa: Deja de micro-gestionar la tarea y obsesiónate con comunicar el propósito final. Si solo tienen instrucciones, se detendrán ante el primer obstáculo. Si entienden el «para qué», tendrán criterio para improvisar y resolver sin llamarte.
- Despenaliza el error inteligente: El miedo paraliza. Nadie toma decisiones difíciles si cree que le cortarán la cabeza al fallar. Deja claro que equivocarse intentando resolver es mejor que quedarse quieto esperando órdenes. La seguridad psicológica es el combustible de la autonomía.
- Entrega las llaves completas del carro: Delega la autoridad de decisión, no solo la ejecución del trabajo sucio. La gente cuida lo que siente propio. Cuando sienten el peso de la responsabilidad, su compromiso pasa de «calentar la banca» a «lograr resultados».
El mejor cumplido para un líder no es «¿qué haríamos sin ti?», sino «mira todo lo que logramos gracias a que confiaste en nosotros». ¡Tu legado es su autonomía!
Wendy Wunder



































